Un sueño en miniatura

No hay juguete más magnético que una casa de muñecas. De niña, Voria Harras había tenido una muy sencilla que un día desapareció.
«Para los niños, estas casas son una lección de Historia entretenida», dice.
«Para los niños, estas casas son una lección de Historia entretenida», dice.
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«Para los niños, estas casas son una lección de Historia entretenida», dice.
Pero la que cambió su vida la hechizó desde el escaparate de un anticuario. «Me obsesionaba tanto que mi marido terminó por regalármela», recuerda.

La sorpresa fue que, al ver la adquisición, la madre de Voria exclamó: ¿Pero de dónde has sacado la casa de muñecas de la abuela? «Mi madre había pasado toda su infancia jugando con aquella casa», explica.

Voria estudió Artes y Oficios, aunque terminó trabajando en otra cosa. Sus conocimientos encontraron cauce en la restauración de la casita, hoy una de las piezas más bellas que pueblan su Museo de Casas de Muñecas (calle Álamos, 32. www.museocm.com), el primero de estas características en España. Con el tiempo, se ha convertido en una gran coleccionista y excelente restauradora.

Voria tiene una cara preciosa que recuerda las de algunas de las muñecas antiguas que pueblan sus vitrinas. En contra de la apariencia, está lejos de ser una mujer frágil. Pese a que el museo más visitado del mundo muestra precisamente casas de muñecas, ella ha tenido que pelear con la ceguera de muchos para cumplir su sueño.

Hoy, la hermosa casona que alberga su colección de 52 casas y un sinfín de juguetes antiguos recibe visitantes de todo el mundo, aunque la caja aún no dé ni para abrir las puertas. «Si tuviera apoyo podría dedicarme a restaurar y ampliar la colección en lugar de estar en la recepción», suspira.

Pero, como todos los juguetes enseñan, Voria acude a los dones de la paciencia y la tenacidad que encontró en algún diminuto arcón que restauraba. Gracias a ellos, sigue creyendo en la magia que encierra su sueño.

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