«Yo, a esa hora, no salgo; al menos hasta que haya Policía permanente», replica otra mujer, también atemorizada por los problemas de inseguridad, robos, drogadicción y prostitución que desde hace meses intimidan a las 200 familias del lugar.

La conversación se ha vuelto ya habitual entre los residentes, antiguos vecinos de Bilbao La Vieja realojados en el nuevo barrio. Media docena de mujeres –no quieren revelar sus nombres por miedo– mostraban ayer su temor, hartas de los problemas del barrio. «Es una pena; está todo nuevo, muy bonito y estamos sufriendo los mismos problemas o peores que antes», confirma una de ellas.

Hasta la fecha, ha habido incendios en garajes, robos en la calle y en las casas, amenazas e, incluso, agresiones; problemas que achacan a varias familias «conflictivas». Pero la inseguridad es todavía mayor. La chimenea que preside la plaza, recuerdo de las minas del lugar,  se ha convertido en un «foco de drogadictos». Aparecen jeringuillas y hasta condones. «Tienen que vallar esa chimenea; da miedo», exigen.

El problema se ha recrudecido en las últimas semanas. La Policía Municipal, por ello, ha aumentado su presencia para garantizar la seguridad «en los espacios públicos de Miribilla».

Entrega de llaves para Cantarranas

Los 53 vecinos de las calles Cantarranas e Iturburu, invadidos por indigentes en sus propias casas, recibirán sus nuevas viviendas de Miribilla los días 27 y 28 de septiembre.

Con el realojo, sus antiguos edificios serán demolidas de inmediato para dar lugar a otros 238 pisos de VPO y una avenida que unirá el puente de San Antón con Miribilla. La zona contará con 880 nuevas viviendas de VPO.