La altura no puede apreciarse en la previsión de la columna total de dióxido de azufre (SO2), pero resulta claramente visible en las previsiones a diferentes altitudes, resalta en un comunicado Mark Parrington, científico sénior del servicio.
No obstante, apunta que las repercusiones que el dióxido de azufre liberado por el volcán tendrá sobre las condiciones meteorológicas y la calidad del aire en la superficie serán con toda probabilidad muy reducidas.
La mayoría del SO2 emitido se encuentra en capas muy superiores de la atmósfera, especialmente conforme se aleja de la fuente, y cabe que solo pueda apreciarse en forma de ligera neblina en el cielo.
Copernicus detectó dióxido de azufre procedente de la erupción el pasado lunes mediante observaciones satelitales y las previsiones muestran dióxido de azufre gaseoso en la atmósfera, pero no ofrecen información sobre las cenizas volcánicas, ya que esto es responsabilidad de los centros consultivos sobre cenizas volcánicas.
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