Si la semana pasada hablamos de las vacaciones de la 'Reina del Pop', Madonna, ahora le toca el turno a la 'Princesita' del género: Britney Spears, actualmente de gira por Europa, es de las que les gusta tomarse las cosas con calma; algo lógico, por otra parte, tras haber reconducido por el buen camino su agitada carrera y su no menos ajetreada vida.

Su renacimiento con Circus le ha llevado, casi como todo un Bob Dylan, a embarcarse en un interminable tour mundial que arrancó en Estados Unidos, ha llegado a Europa, visitará Australia y, finalmente, regresará a los States para dejar caer el telón. Cosas así agotan a cualquiera, por eso la Spears ha decidido planear sus descansos de la mejor forma posible.

Escalas en el Caribe, las Bahamas y Miami han servido de merecido respiro a una gira que todavía no ha llegado a su ecuador en fechas, pero que han llevado la pista del circo a marcos tan socorridos como playas hasta arriba de turistas y parques acuáticos plagados de piscinas, toboganes y acariciables delfines.

Britney es una chica de gustos sencillos: con un bikini, una buena compañía (es su agente Jason Trawick quien actualmente le llena, sentimentalmente hablando), altas temperaturas y algo de agua tiene más que suficiente para desconectar del mundanal ruido.

Aún así, su último capricho ha sido reservar todo un hotel, el suntuoso Sila Evason (en la isla de Koh Samui, Tailandia), donde podrá refugiarse junto a su familia, amigos y personal de gira -también su ex K-Fed y la novia de éste- una vez termine el tramo europeo de su reciente gira. La broma le saldrá por casi trescientos mil dólares semanales.