¿Qué significa Zaragoza para usted? Emociones contradictorias porque por un lado está el paisaje emocional de mi infancia y adolescencia, en la Gran Vía, y por otro la trasformación progresiva y muy positiva que ha ido viviendo la ciudad en los dos últimos años con la Expo.

Usted estuvo muy relacionado con la Expo, ¿en qué ha ayudado la Muestra a cambiar la ciudad? Ha convertido la bicicleta en un medio más y también ha facilitado a que el paseo de la Independencia salga de su ensimismamiento. Que la ciudad vuelva su mirada a la ribera ha sido un gran cambio que ha diluido hábitos enquistados.

¿Cuáles son los retos de Zaragoza? Conseguir que Zaragoza sea un lugar de encuentro y no de paso. Siempre ha sido un punto de unión y para eso hay que magnificar al visitante.

¿Qué es lo que menos le gusta de los zaragozanos? No me gustan las costumbres que se aferran en exceso a lo local y no se amplía a los más grande. Eso no ayuda a conformar un desarrollo. Aragón es creativo, y cada vez más debe ofrecer una cultura rica y eso no significa perder tradiciones.

¿Y lo que más le agrada de los zaragozanos? Su franqueza, su rotundidad en el habla, su forma directa de ser y su carácter enérgico.

¿Cuál es el mayor icono de Zaragoza? Sin duda Goya. No hay que olvidar que nació aquí y que fue fundamental para el desarrollo de la cultura aragonesa. Aragón también tiene que volver la mirada sobre otros de sus grandes intelectuales, como Luis Buñuel.

¿Cómo está el panorama artístico en Zaragoza? El arte está en un proceso de desarrollo y ahora vive un magnífico momento para darle un impulso porque la crisis se combate con ideas y con trabajo.