"Aquí hace falta que venga la Virgen de Lourdes y que haga un milagro"

El barrio de La Paz está dividido entre gitanos y payos; y la basura, la falta de limpieza y la droga, visible a cualquier hora del día, son problemas comunes. Ambos grupos esperan que López Rejas les dé un futuro mejor.

El barrio murciano de La Paz es como todo en la vida. Depende de a quién le preguntes, verá la botella medio llena o medio vacía. El polígono está claramente divido por el color de las pieles de quién lo habitan. A un lado, payos. Del otro, gitanos. Y esos dos grupos tienen formas muy diferentes de ver un mismo barrio, el suyo.

Es viernes. Son las 12.00 hace y hace un sol de justicia. Cuesta encontrar vecinos, pero se escucha murmullo en el centro social de mayores. Entramos y encontramos a José, que lleva 40 años en La Paz.

«Aquí hay muchísimos problemas desde hace años. Cuando yo me vine a vivir al polígono era todo huerta y se estaba tranquilo. Ahora ya nos hemos acostumbrado a las redadas, a la droga y a los gritos, sobre todo por la noche. Hay muchas peleas y mucha violencia de género. Falta mucha policía, y de paisano».

El presidente del centro, Juan Bastida, comenta que en La Paz «hay droga por los cuatro puntos cardinales. En los sótanos de las casas hay plantaciones de marihuana». Sobre los gitanos del barrio piensa que es mejor no enfrentarse con ellos. «Si les dices algo, te la arman. Y después, te llaman racista. Aquí hace falta que venga la Virgen de Lourdes a que haga milagros». Juan lleva toda su vida en La Paz y sus hijos han nacido allí, «pero los he tenido que largar».

Juan y José esperan como agua de mayo que entren López Rejas a remodelar el barrio. «A ver si queda ya poco».

Nos despedimos de los mayores del centro y seguimos recorriendo las calles del polígono. Nos encontramos con un grupo de chavales que comentan que en su barrio se vive muy bien. «Tiene mala fama por la droga, pero ya está». De momento, aparece otro crío montado en una mini moto de fabricación propia. «La ha hecho en media hora», nos explica otro. Les decimos adiós, pero antes le preguntamos al más pequeño que por qué no está en el colegio. «Me han expulsado por pegar a un compañero». Antes de marchar, otro nos enseña su mp3 que «me ha costado tres euros».

«No hay que tener miedo»

Adentrándonos en el corazón del barrio, encontramos a una vecina gitana en la puerta de uno de los chalets, que es como llaman a los bloques. «Aquí se vive bien. No hay que tener miedo». Ella, que no quiere dar su nombre, asegura que tiene escritura de la casa y que también espera que tiren el barrio.

La Paz tiene muchos lados oscuros. Es muy frecuente ver a muchos vecinos arrojar basura por las ventanas o llenar con bolsas de desperdicios los patios de luces. Además, la droga es visible a cualquier hora del día.

«Viene la policía y nos tira los porros al suelo y los pisa. Hay demasiada policía. Sin embargo, a los drogadictos no les quitan las jeringuillas», comentan un grupo de hombres gitanos.

Mientras, una señora con su gorrión expone su queja al ayuntamiento: que pongan resaltos en la calle Río Ebro, «los coches piensan que pasan por una autovía».

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