Los efectos del cambio climático pueden ser todavía peores en el litoral mediterráneo (también en Catalunya) por la alteración de la duración de la primavera y el otoño. Lo dice un trabajo elaborado por el Centre de Recerca Ecològica i Aplicacions Forestals (UAB).
El cambio climático ha prolongado las estaciones templadas y el período de actividad de los árboles de hoja caduca. Esto tiene efectos positivos y negativos. El mejor es, sin duda, el mayor consumo de CO2 mediante la fotosíntesis, además de la emisión de vapor (agua) que se traduce en nubes y temperaturas más suaves. Las plantas reducen la presencia en la atmósfera de este gas de efecto invernadero, culpable del calentamiento global.
Ahora bien, para que los árboles realicen esta función necesitan beber agua. En la cuenca del Mediterráneo no abunda precisamente el H20. Y menos durante el estío.
Consecuencia: veranos cada vez más secos y cálidos. Las plantas reciben radiación, pero no tienen agua para transpirar y generar nubes.
El peor efecto del alargamiento de la actividad de los árboles caducos implica más emisiones de compuestos orgánicos volátiles (cov), que también influyen en el cambio climático. Los cov forman aerosoles que reducen la radiación, ayudan a desencadenar lluvias y a refrescar las temperaturas. Al mismo tiempo, aumentan las emisiones de ozono y metano a la atmósfera. Con más gases así, de efecto invernadero, el ambiente se recalienta.
De todos modos, «es difícil hacer previsiones», explicó la coautora del estudio Iolanda Filella, que pide más análisis sobre efectos de la alteración para prevenir las consecuencias del cambio climático.
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