Hollywood, frontera abierta al sur

Gael García Bernal, en 'Rudo y Cursi'.
Gael García Bernal, en 'Rudo y Cursi'.
Gael García Bernal, en 'Rudo y Cursi'.

Uno de cada cuatro mexicanos vive en la extrema pobreza. La corrupción es rampante, como el narcotráfico o la violencia. Para colmo, una gripe porcina puede convertirse en una plaga mundial. ¿Quedan motivos en México para el optimismo? Quizá sí, pero hay que buscarlos en la industria del cine.

Cuanto más difíciles se ponen las cosas en mi país, más historias hay". Diego Luna

"Cuanto más difíciles se ponen las cosas en mi país", afirma el actor Diego Luna, "más historias hay. El cine es una válvula de escape, para los que escuchan y para los que cuentan".

Quizá por eso la lista de cuentistas cinematográficos mexicanos es cada vez más brillante: Guillermo del Toro, González Iñárritu, Alfonso y Carlos Cuarón y Guillermo Arriaga son algunos de los más conocidos.

Preguntado por el origen de sus historias, Arriaga, que debutó como director con Lejos de la tierra quemada pero que ya era un exitoso guionista (Amores perros, Babel o Los tres entierros de Melquiades Estrada), cuenta: "A los diez años me dieron con un bate y casi me quedo paralítico. Por defender a mi hermano me quemaron con cigarros. A los catorce me acuchillaron y, desde los trece, no tengo olfato por una paliza. Todo eso me enseñó que la violencia es absurda y gratuita, pero no me quejo: me dio calle y cosas de las que hablar".

Huyendo de la realidad

Atendiendo a Arriaga, ¿es el cine azteca coto exclusivo de la tragedia y el drama? Fiel al carácter del mexicano, no: hay espacio para películas cómicas o fantásticas, como las que llevaron a la fama hace dos décadas a Alfonso Cuarón y a Del Toro.

El primero comenzó su carrera con una comedia erótica, Sólo con tu pareja; el segundo, con Cronos, una cinta de terror. Ambos han terminado haciendo superproducciones en EE UU.

Del Toro, coproductor de Rudo y Cursi, justifica el enorme éxito en México de la película en que "es un lobo con piel de oveja. Su estructura es trágica, pero tiene mucho sentido del humor".

Para Alfonso Cuarón, también coproductor, esa mezcla es muy afín a los mexicanos. "El viaje de los protagonistas", explica, "es el de muchos de mis compatriotas: huimos del pueblo natal para cumplir nuestros sueños. Pero, durante ese trayecto, sucumbimos a nuestra propia corrupción. Nos gusta ver de forma cómica la tragedia que es la vida".

Narcotraficantes

¿Dónde quedan, en el cine y en la vida, esos sueños? Para Cuarón, en manos de los narcotraficantes: "Ellos son los únicos que ahora mismo pueden alcanzarlos en mi país".

Son los narcos los que construyen hospitales en los pueblos". Diego Luna

Luna coincide: "Si quieres hacer una película creíble, no pongas a un superhéroe o a un político a arreglar nada. Son los narcos los que construyen hospitales en los pueblos".

La cultura de la fama y el éxito rápidos ("ese sueño absurdo y patético al que se dedican una enorme cantidad de programas de televisión", dice Luna) es diagnosticado como otro de los grandes problemas del país.

¿Y cuál es la solución, además de la risa? Para Arriaga, el amor. "Mis personajes tienen esperanzas y hablan de amor: el amor puede destruir y dañarnos, pero es lo único que evita que una sociedad se corrompa por completo. Por eso, por ese amor que persiste, mi cine y mi país podemos ser optimistas".

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