Tener (o no tener) papeles

De los 13.731 inmigrantes que los solicitaron, 12.770 han regularizado su situación en Zaragoza. Otros, no tuvieron suerte y siguen aquí, en la clandestinidad administrativa
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“Los papeles me permiten andar por la calle sin ningún miedo”

María y Martín son de Colombia y han conseguido su sueño: “tener los papeles y poder andar por la calle sin miedo a que te pare la Policía”, explican. Ahora, para ellos lo más importante son sus hijos John Anderson y Juan Sebastián, para quienes quieren una buena educación y conseguir su regularización.

Una guerrilla mató en Colombia al hermano gemelo de Martín. Fue entonces cuando decidieron salir y buscar una nueva vida. La llegada a España no fue tampoco fácil. A María no se le olvidan los primeros seis meses. “Lo pasé muy mal, no encontraba trabajo y pensé en todo, hasta en tirarme de un puente”, comenta.

Pero lo más duro fue la muerte de su padre. Sola pasó el mal trago desde aquí, porque “si iba a mi país, no lograría entrar de nuevo en España”. Ahora, con papeles y trabajo, sienten que la suerte está de su lado.

“Los documentos son para mí como el oro”

“No he tenido mucha suerte. Sufrí mucho y se han aprovechado mucho de mi situación”, explica Malika, marroquí de 32 años, que llegó a Zaragoza hace 3.

Al principio trabajó haciendo la limpieza de varias casas, hasta que le ofrecieron un empleo en un pueblo del Pirineo para cuidar de un anciano, de los niños y hacer las tareas de la casa.“Trabajaba de 7 de la mañana a 12 de la noche, sin parar.

Sólo libraba los domingos. Estaba peor que a una esclava. Aguanté dos meses porque me prometieron que me harían los papeles, pero al final no lo hicieron”.

Por fin, han llegado y se siente feliz por primera vez en mucho tiempo. “Son para mí como el oro”, dice. Está mucho más tranquila, aunque su situación laboral todavía no es la que desearía. Sigue trabajando como empleada de hogar.

“No puedo ir a ver a mis hijos a Senegal”

Fatu se ha quedado fuera. Su solicitud no ha sido aceptada y sigue siendo ilegal. Sin papeles no puede trabajar ni comprar un piso, y mucho menos traer a sus cinco hijos, que dejó en Senegal.

“Tengo muchos problemas, sobre todo de dinero, y tampoco puedo ir a ver a mis hijos y a mi madre, que es muy mayor, porque luego es muy dificil entrar”.

La semana pasada presentó un recurso para que revisen su situación, ya que el motivo de su rechazo fue que la empresa para la que trabaja es demasiado pequeña para acoger a todos los inmigrantes que presentaron solicitud.

Trabaja limpiando pisos, pero el sueldo, en dinero negro, le da justo para comer y no puede enviar nada a su familia. “Vine aquí porque pensaba que es mejor que mi país. Quiero mejorar mi vida en todos los aspectos”.

“Quiero traer a mi novia cuanto antes”

Se siente aliviado por tener los papeles, pero el contrato de Rachid en una empresa de hormigón termina en breve y debe encontrar uno pronto para llevar a cabo la renovación dentro de seis meses. Su novia lo espera en Marruecos, “quiero traerla cuanto antes y ayudar a mi familia, pero ahora, sin trabajo, no lo tengo fácil”, dice.

Tuvo suerte y desde que llegó, hace dos años, encontró trabajo, sin estar regulado, gracias a su hermano, que ya estaba en la ciudad.

“Nos lo ponen todo muy difícil sólo por ser inmigrantes. No nos quieren dar un trabajo en condiciones y tampoco vivienda”.

A pesar de estar regularizada su situación y mostrar su tarjeta, cada vez que va a ver un piso, ya sea de compra o alquiler, dice que lo rechazan sólo con ver que es extranjero.

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