Los pacientes del servicio de urgencias del Hospital Provincial Nuestra Señora de Gracia tienen que atravesar gran parte del centro, lo que lleva al menos diez minutos, para las pruebas diagnósticas. En el camino, los enfermos deben tomar tres ascensores (uno de ellos se avería con frecuencia según denuncian los trabajadores), pasar por varios recovecos e incluso un túnel en rampa que no tiene calefacción.

Los problemas se producen sobre todo por la tarde, cuando el acceso directo por la calle Ramón y Cajal se suprime y deja como única entrada con admisión la de la calle Madre Rafols.

"Cada traslado cuesta hasta quince minutos y las estrecheces y los obstáculos de los pasillos lo complican más si el enfermo va en cama", asegura un celador del Hospital Provincial.

La complejidad del recorrido ha provocado que incluso se hayan pintado unas guías en el suelo, dado que habitualmente los familiares de los enfermos se pierden en el propio centro. "Esto es muy largo para alguien que esté delicado, pero yo aún estoy bien", asegura Amparo Laplaceta a sus 84 años.

Además, los trabajadroes destacan que las discusiones son frecuentes en la sala de espera y que incluso un paciente "apuñaló a una enfermera hasta cuatro veces, hiriéndola de gravedad".

El Hospital Provincial cuenta con sólo un médico titular y un celador para el servicio de urgencias y para el resto del centro y con un médico de cuidados intensivo tan sólo para la UCI desde las 21 horas según denuncian los trabajadores. "Cuando coincide que un ingresado sufre un infarto y llega un accidentado grave, ¿a quién atiendes?", asegura un doctor.

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