Una bicicleta, un portátil, una hora de cocina española, sexo... vuelve el trueque

  • El trueque resucita con la crisis económica.
  • Clubes y páginas webs favorecen el intercambio.
  • Algunos de estos sitios han pasado de 50 a 1.000 visitas al día.

El trueque, tan antiguo como la propia humanidad, ha resucitado en plena crisis económica a través de clubes y páginas web que permiten el intercambio de objetos, tiempo e incluso cama entre internautas de distintas zonas geográficas.

Una bicicleta, un portátil, un reloj, una hora de idiomas o de cocina española o sexo..., todos son intercambios posibles gracias a varios portales de internet surgidos en el último año. "Es una forma de reutilizar y de ocio, de jugar con aquellas cosas que no tienen ningún sentido tenerlas y a las que se les puede sacar partido", explica a Efe Javier Fernández, uno de los fundadores de Truequi.com.

Tras el registro, la web permite acceder a las ofertas publicadas por más de 1.300 usuarios y pujar por el objeto deseado proponiendo un material propio como contrapartida. Al mismo tiempo que los usuarios cierran el trato, los objetos cambian virtualmente de dueño y cualquiera puede, desde su ordenador, recorrer el itinerario del intercambio gracias a una herramienta de geolocalización.

"La idea no es orientarlo a un trueque individual, sino generar varias cadenas de trueques", asegura Fernández, y recuerda cómo 14 intercambios después, un canadiense pasó de disponer de un clip a disfrutar de una casa. Según su promotor, "antes de la crisis había una media de 50 visitas al día, mientras que ahora se alcanzan picos de 700 o 1.000 accesos diarios".

En otros portales como Kroonos.com, el objeto del intercambio es el tiempo, pues según Miguel Delgado, uno de sus creadores, se necesitan lugares en los que las personas intercambien sus conocimientos y habilidades y en los que la moneda de cambio sea el tiempo.

Se ofrece cuidar perro

Entre los más de 4.000 usuarios de la plataforma, unos se ofrecen para pasear al perro o cuidarlo si el dueño se va de vacaciones, otros para traducir a varios idiomas o para impartir clases de retoque fotográfico, edición de vídeo o guitarra flamenca.

Cada miembro dispone de una cuenta corriente con horas de tiempo, que aumentan al invitar a amigos y al publicar ofertas y demandas, y paga por el servicio disfrutado a través de una transferencia de horas.

Extramuros del mundo virtual, existen clubes de intercambio como la Asociación de Trueque de Baleares que, según explica a Efe una de sus 200 socios, Shalabha Beltrán, "pretende que las horas de todos, con independencia de la profesión o el estatus, tenga el mismo valor".

Así, Shalabha imparte un curso de masajes a cambio de dos horas de trabajo en su finca, "por ejemplo, pintando una ventana", y habla del trueque como una manera de fraternidad o cooperación, en la que "se busca la satisfacción de una demanda simplemente por el placer de satisfacerla". Desde su ingreso, todos los socios cuentan con una cartilla de 100 corazones "para empezar a jugar" e intercambiar servicios con el objetivo de que "su número se mantenga y no haya pobreza ni riqueza".

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