Los grandes museos de ciencias naturales están repletos de animales que, gracias a la taxidermia, pueden ser estudiados, observados y guardados para la posteridad. Sin embargo, en Valencia tan sólo quedan tres personas que les viene de cuna esta profesión.

"En un plazo de quince años calculo que ya no habrá nadie en Valencia que se dedique a la taxidermia. El motivo está claro, el cambio de mentalidad de la sociedad. Si antes entraban a un bar y veían la cabeza de un ciervo colgada a la gente le gustaba, ahora a muchos les resulta repugnante ver algo así", explicó Paco Martín.

Es taxidermista desde cuatro generaciones, su abuelo fue de los primeros en la ciudad en abrir una tienda así en la calle Ercilla. Martín ha disecado todo tipo de animales, desde jabalíes, jirafas, osos, búfalos a peces y aves. "Es una técnica que se tarda en aprender años. Y el tiempo que se puede dedicar a una pieza depende mucho de la inspiración. La taxidermia es un arte", explicó.

Los profesionales de la taxidermia trabajan con la piel de los animales, a partir de ella realizan el relleno del cuerpo que se confecciona con un material similar a un corcho blanco. Los ojos se llevan a cabo con cristales y los dientes son de porcelana.

Las pieles las tratan con productos específicos y el mantenimiento de la pieza se tiene que hacer cada cierto tiempo dependiendo de la temperatura y de la humedad del ambiente para que se mantenga perfecta.

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