Willie Nile, el trovador maldito de Nueva York, se reivindica en Madrid

  • El estadounidense ofreció un memorable concierto en la capital.
  • Tiene sesenta años, y desplegó una energia impropia de su edad.
  • Tocó un tema de su inminente disco, House Of A Thousand Guitars.
Willie Nile, en la sala Moby Dick.
Willie Nile, en la sala Moby Dick.
SILVIA MANZANO
Willie Nile, en la sala Moby Dick.

Es uno de los artistas más conmovedores de los últimos treinta años en el panorama rockero de EE UU, pero por alguna razón ajena a toda lógica no ha dado el gran salto que sin duda merece. Artista maldito, eterno perdedor y rebelde con causa que, en cambio, parece orgulloso del rol que ocupa y, lejos de amargarse, disfruta la experiencia al máximo.

Derrochando una energía sulfúrica, luciendo, con permiso de Iggy Pop, los sesenta años más provocadores e insultantes que se recuerdan sobre un escenario y con un gran carisma, Willie Nile ofreció ayer un concierto memorable en la sala Moby Dick (Madrid).

La gira española, organizada por Good Sounds, pone punto y final el sábado 14 en Avilés, y desde luego ha sido una de las grandes noticias de este primer trimestre de 2009.

El año pasado, Nile recaló también en España para presentar su excelso Streets Of New York, y si ya dio un recital de entusiasmo y talento, en esta ocasión se ha superado y ha demostrado tener una vitalidad inagotable.

Otros llegan a los treinta años y se aburguesan ofreciendo actuaciones planas, asépticas y descafeinadas. Y, dejémoslo claro, la garra no lo es todo, pero ayuda. Si a eso le sumamos el estado de gracia compositivo la combinación es dinamita pura. Nile, quizá fruto de algún pacto con el diablo, parece detenido en el tiempo, crionizado en su juventud, y delante de un micrófono es un huracán.

La canción que da título al disco abrió fuego, y la sala entera comenzó a vibrar. Armado sólo con un piano, Nile brindó uno de los momentos más embriagadores de la velada.

Maravillosos guitarrazos

A continuación, la banda apareció en escena, Nile empuñó la guitarra y aquello se vino abajo. Black Magic And White Lies, Asking Annie Out, Vagabond Moon... los trallazos rockeros de Nile se sucedieron y la histeria generalizada se apoderó de la sala, hasta el punto de que nuestro protagonista, visiblemente complacido y bromeando constantemente entre canción y canción, llegó a encaramarse a los laterales del escenario mientras disparaba sus maravillosos guitarrazos.

En la recta final, y no sin antes tocar una canción de su inminente nuevo disco, House Of A Thousand Guitars, homenajeó a los Ramones con un frenético encadenado de Blitzkrieg Bom, California Sun y Sheena Is A Punk Rocker.

Y como colofón, e imprimiendo una nueva dosis de belleza e intimismo al concierto, se descolgó con Road To Calvary, quizá su composición más arrebatadora, no sin antes recordar la figura de Jeff Buckley, músico fallecido a cuya memoria está dedicada.

Los aficionados, algunos de los cuales tuvieron la oportunidad de departir con él tras el concierto y de ofrecerles discos y entradas para ser firmados, seguro que no le olvidarán a él jamás.

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