'El pequeño Nicolas' cumple cincuenta

  • Las aventuras de este menudo escolar creado por René Goscinny y Jean-Jacques Sempé están en las librerías infantiles de medio mundo.
  • En otoño llegará a la gran pantalla 'Le Petit Nicolas', la película.
  • El libro ha sido uno de los métodos favoritos para enseñar francés.
El pequeño Nicolás
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El pequeño Nicolás

Le Petit Nicolas  (El pequeño Nicolas), los libros ilustrados en los que René Goscinny y Jean-Jacques Sempé dibujaban las aventuras cotidianas de un niño corriente en la Francia de los años cincuenta y que ha sido el reflejo de la infancia de generaciones, cumplen medio siglo de vida.

Nicolas, no es sólo un conjunto de trazos sencillos de rotulador negro con escasas manchas de color acompañado de textos que cuentan la última gamberrada de este pequeño escolar y sus amigos, sino que es una fiel fotografía literaria de aquella Francia de tiempos del General De Gaulle al frente de la República.

Es, además, una parcela de nostalgia alojada en las estanterías de casi todos los hogares franceses y de buena parte del extranjero, ya que la colección -publicada entre finales de los cincuenta y mediados de los sesenta- ha sido traducida a una veintena de idiomas y ha servido también para que profesores de todo el mundo acerquen la lengua francesa a sus alumnos, de la mano de un inocente escolar.

Por eso, este año todos se han volcado con el medio siglo de un niño que nunca crece, como ocurre con muchos personajes de sagas, y Nicolas llegará al cine y verá cómo se inauguran exposiciones en su honor. El Ayuntamiento de París abre desde esta semana, del 6 de marzo al 7 de mayo de 2009, una muestra en la que el público podrá contemplar 150 dibujos y archivos originales, cedidos por la hija del autor.

El próximo otoño llegará también a la gran pantalla Le Petit Nicolas, un film de Laurent Tirart que se antoja muy fiel a los libros originales, y se anuncian reediciones especiales de la obra de Goscinny, fallecido en 1977. Sin intencionalidad política, cuando Goscinny escribía las correrías de Nicolas, plasmaba en negro sobre blanco la realidad de una sociedad que hoy nos deja un regusto añejo pero reconocible.

Nacido en París, crecido en Argentina y educado en Nueva York, Goscinny describía los usos y costumbres del país que tenía delante, sin artificios y sin dobleces, una sociedad parecida a grandes rasgos a la de otros países occidentales, quizá por eso personas de distintos países se reconocen en esos libros.

El gordito Alceste y el empollón Agnan

Nicolas y sus amigos -el gordito Alceste, el empollón Agnan, el suspendido Clotaidre, Geofroy, Eudes...- vivían en la Francia del general De Gaulle, un país en plena Guerra de Argelia, donde los padres conducían el automóvil y las madres administraban el dinero en el mercado, donde no existía la píldora anticonceptiva, donde la inmensa mayoría de las mujeres no trabajaban y no había colegios mixtos.

Cuando Goscinny y Sempé publicaron por primera vez las historias del pequeño Nicolas en el periódico Sud-Ouest, el 29 de marzo de 1959, en Francia aún no se había reformado el Código de la Familia, que equiparaba a nivel legal a hombres y mujeres en la pareja.

En el mundo de clase media de Nicolas, los niños van al colegio con corbata, se levantan cuando entra el director y las vacaciones se pasan con otras familias en residencias veraniegas compartidas. Es, como explicaba el sociólogo Boris Cyrulnik en una entrevista en el diario "Le Figaro", una "puesta en escena de los arquetipos de la educación occidental de los años sesenta".

Nicolas es el reflejo de unos años que quedan muy lejos y es también un niño que vivía situaciones que son y serán contemporáneas, porque pertenecen al territorio de la infancia, esa parcela de vida donde los pequeños de siete u ocho años van descubriendo el mundo que les rodea, se sonrojan, experimentan, se equivocan, ríen y lloran desde una inocencia alentadora.

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