Se puso de moda hace apenas dos años, pero en la actualidad sigue proporcionando amplios beneficios de los ladrones. El robo de cobre en el alumbrado público de la capital supuso el pasado año un desembolso municipal de 300.000 euros.

En 2008, el Ayuntamiento echó en falta 60.000 metros de cable, es decir, que si esa cantidad se tendiera en línea recta llegaría hasta Marbella. El presupuesto que tuvieron que invertir desde los Servicios Operativos municipales no sólo se ciñe al cobre en sí, si no también las canalizaciones dañadas por el método que utilizan los ladrones.

El Ayuntamiento reconoce que la situación es más grave desde hace un año y medio y las cifras le dan la razón: en 2007 sólo se cometieron pequeños robos que depararon unos 3.000 metros, es decir, se ha hurtado 20 veces más cobre en un solo año. Por eso, desde el Consistorio intentan esconder los registros o incluso soldarlos.

El perjuicio más notorio recae sobre los vecinos, ya que mientras se arreglan las líneas eléctricas (el proceso puede durar varios días) éstos se quedan sin suministro. Y el Consistorio confirma que los distritos donde más se actúa son Campanillas y Puerto de la Torre, algo lógico puesto que para cometer estos robos se eligen las zonas periféricas y más alejadas del centro.

La Policía Local explica que los ladrones no se agrupan en redes especializadas y que se trata de particulares que luego venden el cobre en chatarrerías, por ejemplo. Es más, la mayoría de las actuaciones se realizan, sobre todo, cuando el cable se está quemando por la humareda que suele formarse. En una ocasión reciente, cuentan en este cuerpo, los agentes sorprendieron a un ladrón que estuvo a punto de electrocutarse porque la línea eléctrica que estaba manipulando ya tenía tensión.

Unos cinco euros por kilo

Las empresas de construcción y de instalación en obras, donde los robos pueden ser mayores que los cometidos con el alumbrado público, cuentan cómo es el procedimiento habitual: localizan una arqueta, atan todo el cableado al parachoques de un vehículo y tiran de él. Y así, los ladrones van pasando de registro en registro. Calculan que se puede vender el kilogramo de cable a 4 ó 5 euros, por lo que procuran es tenerlo lo menos posible a la vista, tenderlo en el último momento o darle tensión lo antes posible.