La venta de coches baja. También las compras de ropa y calzado. La crisis está desplegando toda su fuerza en la ciudad, en donde algunos luchan por no cerrar sus negocios. Pero otros, aunque contados con los dedos, han conseguido doblar sus horas de trabajo, aunque no tanto los euros en su caja.

Ése es el caso de Vicente Campelle, propietario del taller Asyr Sal, que afirma que ahora salen de su negocio «hasta 10 vehículos al día» y que crisis como ésta «no se recuerdan», a pesar de que lleva 34 años en el sector.

«Meses flacos los hubo siempre, pero no como ahora. Vienen con coches caros que no pueden mantener, piden las piezas más baratas, se hace lo básico para que el coche ande, y nada más», cuenta. Trabaja casi hasta las diez de la noche, pero los pagos también han cambiado y el dinero en metálico casi ni se ve. Reina la tarjeta.

Vuelve el remiendo

También la crisis da más trabajo a Nión, un joven de Carballo que, ocho años después de abrir su negocio de reparación de zapatos en la avenida Gran Canaria, ha recuperado los viejos remiendos.

El calzado se estira hasta que ya no sirve. «Hay más trabajo y se cosen muchos zapatos, botas... y también se ponen muchas tapas», explica. Dice que su labor ha cambiado y que si antes llegaban zapatos casi nuevos que no le llevaba mucho reparar, ahora ve que hay calzado más gastado al que dedica más horas, pero con menos dinero para la caja.

De arreglos también sabe, y mucho, María Elvira Pereiro. A su tienda, Remendos, llegan ya abrigos guardados durante años en los armarios. «Les cambian botones y forro, y como nuevos», dice.

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