Febrero puede llegar a ser incluso más duro que junio para muchos universitarios. Tras varios meses de clases, apuntes y trabajos de forma más o menos relajada, de repente se juntan cuatro, cinco, o hasta diez exámenes en apenas veintiocho días.
La falta de hábito de estudio (en ocasiones desde ocho meses atrás) puede hacer verdaderamente difícil superar esta época. Y por si fuera poco, el parón navideño no ayuda.
Por todo ello, no sólo basta con echar horas y horas de estudio, sino que es tan o más importante aún estar preparado física y psíquicamente para que todo ese tiempo sea efectivo..
LAS CLAVES
-Alimentación. El 50% de tu energía va a depender de ello. Por poco tiempo que tengas, no caigas en la fast food (comida rápida) y sigue una dieta mediterránea.
Evita el abuso de calorías, ya que provocan pesadez y entorpecimiento, y no te olvides de ingerir hidratos de carbono, frutas y verduras, que además de darte fuerza potencian la memoria.
Empieza el día con un buen desayuno y aprovecha para comer chocolate, que además de ser energético reduce el estrés.
-Estimulantes y bebidas. Es cierto que la cafeína aumenta la atención y reduce el cansancio en el momento, pero su abuso es peligroso: además de producir nervios e insomnio, puedes resentirte de golpe de todo ese esfuerzo y fatiga acumulados.
No es momento de tomar bebidas alcohólicas, ya que reducen la capacidad de retención y por tanto la memoria. Sustituye el alcohol, las bebidas gaseosas y el café por zumos naturales, agua e infusiones.
-Descanso. La capacidad de concentración se mantiene en un nivel alto durante una hora. A partir de ahí, va disminuyendo hasta que el rendimiento no compensa el esfuerzo de continuar.
Lo importante no es el tiempo de estudio, sino la calidad. No pierdas el tiempo: cada hora de estudio haz un descanso de diez minutos, y volverás donde lo dejaste con las pilas recargadas.
Lo mismo ocurre con el tiempo de sueño; aunque vayas contrarreloj, otórgate tus siete horas diarias, el rendimiento posterior compensa con creces el tiempo “perdido”.
-Estrés. Es normal que en época de exámenes aparezcan estrés y ansiedad. Es muy importante que llegues a controlarla, puesto que, además de dolores de cabeza y otros síntomas físicos, puede provocar pánico, pesimismo, incapacidad de concentración y por tanto imposibilidad de rendir y memorizar.
El ejercicio y algunas técnicas de relajación pueden eliminarlo por completo: cuando el estrés se apodere de ti, sal a correr, vete al gimnasio o practica la respiración abdominal.
No será tiempo pedido, sino todo lo contrario. Mientras estés en ese estado tu rendimiento será prácticamente nulo.
-Optimismo. Es esencial tanto para estudiar como para realizar un examen. Si no llegas a todo, dale la importancia justa, no se acaba el mundo por no aprobar todo en febrero (tampoco lo sería en junio, nisiquiera en septiembre...)
Eso sí, haz todo lo que puedas y vete a tu rollo; no hay nada más absurdo y, encima, desalentador, que comparar velocidad y conocimientos con tus compañeros.
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