Existen pequeños objetos que tienen una magia especial capaz de dejar atontados a los espectadores. No atontados en el mal sentido de la palabra, sino pasmados, alucinados y sorprendidos de todo lo que son capaces de hacer.

El diábolo es uno de ellos. Un pequeño objeto que se parece a dos cuencos unidos y que baila, salta, vuela y anima cualquier cita. Ese minúsculo pedazo de arte que está presente en numerosos espectáculos de calle y que a todos anima a intentar dominarlo.

Pues precisamente él es el protagonista de la obra de teatro que se presenta este fin de semana en la sala Ambigú. Un espectáculo desarrollado en colaboración con el Festival de Teatro y Artes de Calle, que se celebrará en mayo en la ciudad y que cuenta, muy a menudo con compañías que lo utilizan para desarrollar sus actuaciones en las vías de la capital.

La compañía alemana Tr'Espace es la encargada de desarrollar Le cercle (El círculo), una actuación en la que se une circo y danza y que analiza el origen de la forma y el movimiento del diábolo.

Su nacimiento, según ellos, parte de una pelota a la que se divide en dos partes simétricas para unirlas por el lado contrario al habitual después de darle una vuelta de 180 grados.

Con un escenario vacío de elementos escénicos, las luces y las líneas imaginarias que forma una pequeña pelota son la base de Le cercle, donde la música también juega un papel fundamental y es interpretada en directo. Con todo ello, los actores conseguirán darle un ambiente mágico a la sala Ambigú e intentarán dominar la altura y la elevación de la sala para hacer volar la imaginación de todos los espectadores.

Dos malabaristas y un contrabajo nos animan a vivir la magia del teatro de calle en un espacio cerrado porque el arte es arte se desarrolle donde se desarrolle.

* Sala Ambigú. Sábado, a las 20.30 horas. 7,70 euros. Entradas en Casa Revilla y en la taquilla del teatro dos horas antes.

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