Es profesor de Filología Latina –ahora mismo en comisión de servicios–, de ahí que haga caso al mismísimo Horacio cuando promulgaba aquello de docere delectando (o enseñar deleitando). Para Emilio del Río (Logroño, 1963), el latín no solo es "divertido", sino que nos ayuda "a conocer lo que somos y al mundo que nos rodea" y, sobre todo, a ser "mejores ciudadanos y más libres".

Es lo que intenta transmitir cada viernes, a las 11.11 h, en Verba Volant (Las palabras vuelan), una sección dentro del programa De Pe a Pa, que presenta la periodista Pepa Fernández en las mañanas de Radio Nacional de España.

El coronavirus, la vida en el planeta Venus, la vuelta al cole, Astérix y Obélix... todo cabe en esta entretenida píldora de unos 15 minutos que nació en 2012 con cierto escepticismo por su parte –"¿Una sección de latín en la radio? ¡Estás loca!", le dije a Pepa cuando me llamó–, pero que a la audiencia "le gustó muchísimo".

Muchos, comenta, son jóvenes, "participan alumnos de instituto y colegios, que lo escuchan en clase y son muy activos". Que una radio pública contribuya a la difusión de la cultura clásica es, dice, "fundamental", sobre todo en un país que se ha olvidado de ella en la educación y que ha vuelto a dejar pasar "la oportunidad" en la última reforma.

Del Río conecta casi cualquier cosa de la actualidad más rabiosa con su germen de hace 2.000 y 3.000 años, porque "la mayor parte de lo que vivimos y de cómo lo vivimos" tiene su origen allí, sobre todo en los romanos. Ahí tenemos el derecho, los pasos de cebra, el vino, nuestra lengua y hasta los insultos o el humor, "una de sus grandes contribuciones, como dice Mary Beard".

Él mismo ha descubierto algunas cosas que no sabía mientras prepara sus intervenciones en antena, como, por ejemplo, "hasta qué punto los padres fundadores de los Estados Unidos se fijan en la Grecia clásica y en la Roma republicana para fundar la nueva nación". El Capitolio, ante el que, previsiblemente, Joe Biden tomará posesión el próximo 20 de enero, explica, se llama así por la colina capitolina de Roma. Y en el dólar y el escudo del país podemos leer latín.

"La divulgación es un trabajo enorme que no se ve, pero supone una gran satisfacción compartirlo con los demás"

"A medida que te poner a trabajar vas aprendiendo". Porque para hacer divulgación, comenta el riojano, hay que saber mucho: "Es un trabajo enorme que no se ve, pero supone una gran satisfacción compartirlo con los demás". Entre sus preferidos en este campo cita a Manuel Toharia, Ramón Gener, Félix Rodríguez de la Fuente y la británica Beard, no sin hacer notar que suelen abundar más los de ciencias que los de letras.

La actividad principal de Del Río en estos momentos es –desde julio de 2019– la de ser "modesto" director general de Bibliotecas, Archivos y Museos del Ayuntamiento de Madrid, un trabajo "maravilloso" en el que se "facilita la cultura" a los ciudadanos. La cultura, dice, "es el alma", lo que nos ha permitido "no volvernos locos durante el primer confinamiento y "una de las cosas que le da sentido a la vida".

Hasta hace no mucho, no obstante, estuvo en la política de acción: ha sido desde consejero de Presidencia del Gobierno de La Rioja hasta diputado nacional y senador por el Partido Popular. ¿Volverá? "Decía Aristóteles que el hombre es un animal político, un politikón. Todos tenemos que estar implicados en la gestión de las cosas comunes, tenemos que ser políticos", responde, sin cerrar la puerta del todo.

"Cada época dice de sí misma que sus políticos no son buenos"

Especialista en retórica y comunicación, admite que "cada época dice de sí misma que sus políticos no son buenos", aunque recuerda igualmente que "el español medio tiene terror a hablar en público". En sus publicaciones, que son unas cuantas, destacan las referencias a Quintiliano y Séneca, ambos hispanos y que escribían "para la vida".

"Los clásicos, si sirven para algo, es para la vida. Siguen dando respuesta a las preguntas que nos hacemos", asegura. Si pudiera vivir la vida de un personaje del mundo antiguo, sin embargo, escoge a Cicerón, ya que en su figura reúne "el ámbito político, el intelectual y, además, defendía la democracia, por eso se opuso a César", explica. "Aunque no acabó precisamente bien, porque le cortaron la cabeza".