Este documento urbanístico define cómo tiene que rehabilitarse la principal colina de la capital (en ella se asientan el Castillo y la Alcazaba, entre otros vestigios). El objetivo más inmediato es recuperar un área de difícil acceso, degradada y con poco uso vecinal en un lugar con senderos a pie y para bicis, zonas de juegos infantiles, de recreo y miradores.

La iluminación será posible gracias a farolas alimentadas con luz solar y para la recuperación del uso público en una cantera abandonada se propone convertirla en un rocódromo.

Con todo esto se pretende recuperar ambientalmente el monte, considerado una conexión entre los ecosistemas de los Montes de Málaga y el Monte Victoria.

En todo este encaje de piezas, hay una que sobra, según fuentes municipales. En mayo de 2007, el Ayuntamiento comenzó a buscar una empresa que se encargase del diseño de un funicular para subir y bajar de Gibralfaro.

Sin embargo, la rehabilitación de este monte no cuadra con la implantación de este medio de transporte. Fuentes municipales se oponen al proyecto por el impacto paisajístico, los posibles daños arqueológicos en una zona declara Bien de Interés Cultural cuyas prospecciones no han sido exhaustivas, el riesgo de incendio de la vegetación y su escasa utilidad desde el punto de vista de la movilidad (el funicular no resuelve las necesidades de transporte de los habitantes de esa zona).

Al menos dos informes municipales desaconsejan o imponen grandes objeciones al desarrollo de esta idea.

Su utilidad sería el atractivo turístico, pero sus detractores señalan que para 20 segundos de paisaje, no merece la pena invertir decenas de millones de euros, sobre todo cuando es desde la cima desde donde las vistas son excepcionales, no durante el trayecto, sostiene la Plataforma vecinal Gibralfaro.

Para el Ayuntamiento es un aplazamiento

El concejal de Urbanismo, Manuel Díaz, subrayó ayer que el funicular no se incluirá en el Plan Especial de Gibralfaro, aunque puede ser "posterior y complementario".

En ese caso los vecinos se opondrían frontalmente a una variante del trazado en superficie por la ladera sur (por su impacto visual y la creación de una barrera en pleno monte). Si discurriese bajo tierra (ladera norte), la única objeción sería el elevado coste de la ejecución de esta obra.

Díaz argumenta que no se ha avanzado en el proyecto del funicular porque la Junta ha negado al Ayuntamiento la posibilidad de aspirar a fondos europeos con los que financiar la obra.

Ese mismo obstáculo es el que pone encima de la mesa el concejal cuando se le pregunta en qué momento empezarán a ejecutarse la rehabilitación de Gibralfaro prevista en el Plan Especial.