Antonio Caiazzo y Francesco Simeoli pasaban desapercibidos en Majadahonda. Sus vecinos no desconfiaban de esos dos hombres bien vestidos, que frecuentaban buenos locales y conducían coches de lujo.

Sin embargo, eran dos viejos conocidos de la Policía italiana por formar parte de la Camorra napolitana: Caiazzo era el jefe del clan Vomero (huido de Italia en 2007 tras ser condenado a 12 años de cárcel) y Simeoli, su mano derecha (sobre le que pesaba una orden de ingreso en prisión preventiva).

Agentes italianos, de la Interpol y del Grupo de Fugitivos de la Policía Nacional los detuvieron el pasado lunes cuando salían de cenar de un restaurante italiano del municipio. "Se refugiaron en Madrid huyendo de la Justicia italiana, que los buscaba desde 2007 tras protagonizar una cruenta lucha entre clanes mafiosos por el poder", explicó la Dirección General de Policía.

Las fuerzas de seguridad creen que no son los únicos mafiosos que utilizan la región como santuario: "La detención de estos dos camorristas no es una sorpresa, y no será la última vez que encuentren aquí a miembros de la mafia. En Madrid se camuflan fácilmente", apuntó un portavoz del sindicato policial CEP.

Con esta última detención,

Los fugitivos encuentran en el norte de la región el lugar idóneo para ocultarse. Buscan refugio en grandes urbanizaciones de gente adinerada, "en zonas donde hay un nivel económico alto, con chalés y vehículos de lujo", explican fuentes policiales.

Son personas a las que les gusta la ostentación, por lo que "llamarían la atención si se fueran a pueblos más modestos".

Controlan sus negocios

Además, en esas áreas residenciales "las casas están separadas, los vecinos no se conocen entre sí y hay mucha población, por lo que pasan más desapercibidos", añade el secretario del sindicato SUP, Felipe Brihuega.

La Policía italiana, que está sometiendo a las mafias napolitana, siciliana y calabresa a una gran presión en su país, cree que España se ha convertido en el territorio preferido por el hampa para esconderse. "El turismo y la eliminación de las fronteras en Europa les facilitan los movimientos", explican fuentes policiales.

Sin embargo, mientras que en la costa han establecido bases de operaciones de sus actividades delictivas, en Madrid "no hay indicios de que estén extorsionando, ni delinquiendo a gran escala, sino que vienen aquí a ocultarse", matiza el agente del SUP.

Lo que sí es habitual es que controlen desde aquí los negocios que mantienen en Italia (sobre todo, narcotráfico y sobornos), mediante llamadas telefónicas a sus colaboradores. "Por muy alejados que estén, siempre lo tienen todo controlado", añade el policía.