Empezó como una oferta de ocio alternativa al Orzán, pero algunos vecinos ya lo ven como una fotocopia de la tradicional zona coruñesa de movida. Residentes y comerciantes de Matogrande denuncian que el barrio se ha convertido en escenario de, al menos, una agresión nocturna diaria durante los fines de semana, en los que las reyertas -aseguran los residentes- son continuas.

«Antes todo era gente mayor, que venía a tomarse una copa y nada. Ahora ya vienen más jóvenes, y se toman bastantes más», asegura Teresa Bouza, vecina de uno de los barrios que en su día se consideraban más tranquilos de la ciudad.

Más vigilancia

Los residentes exigen mayor presencia policial durante las noches de fin de semana, especialmente hacia las 02.00 horas, momento en el que empieza el éxodo de los jóvenes al Orzán. Una de las últimas agresiones registradas en la zona (de la que se hace eco el blog vecinal del barrio) arrancó poco antes de esa hora y en la reyerta se vieron implicados hasta seis jóvenes.

El Ayuntamiento, sin embargo, argumenta que el barrio está «correctamente vigilado», ya que se le considera una de las zonas con mayor movimiento nocturno de la ciudad por la treintena de locales (bares, pubs y cafeterías) que se agrupan en apenas siete calles.

El abanico de ofertas puede seguir creciendo, aunque muchos vecinos no lo vean con buenos ojos. El Ayuntamiento asegura que «a un local con todo en regla» no se le puede negar una licencia de apertura.

Y mientras tanto, la asociación vecinal resta importancia a la oleada de vandalismo -los residentes señalan que arrancó poco antes de navidades-, y dice que el barrio «sigue siendo tranquilo».

Intranquilidad en la calle

Lara Sandamil. 22 años.

Trabaja como camarera desde hace cuatro años en el bar Tipsy, en el corazón de Matogrande, y reconoce que las agresiones «van cada vez más». Además, Sandamil relaciona la oleada de reyertas con las drogas.

María del Carmen Ríos. 52 años.

Trabaja a pocos metros del barrio, y Matogrande es para ella un lugar de paso diario: «Hay mucha inseguridad», asegura, «especialmente de noche, porque hay zonas con muy mala iluminación y a veces da miedo ir sola».

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