Tranquilidad en estado puro

20 minutos ha estado en la pedanía para saber qué es lo mejor y lo peor de vivir en ella
Cañadas de San Pedro es como una gran familia. Todos los vecinos se conocen y saben que, a pesar de que su pedanía
no tiene grandes lujos, están ahí para apoyarse. Cañadas de San Pedro se encuentra en un enclave privilegiado, donde el
silencio sólo se ve interrumpido por los coches que pasan por la carretera que va a San Javier.

«Aquí se vive muy bien. Es un pueblo muy tranquilo en plena huerta y se respira aire puro. Cuando sale el sol parece que estamos en verano. Y además, tenemos una romería el 24 de septiembre estupenda. Yo vivo aquí 40 años y lo único malo que tiene Cañadas es que no hay alcantarillado», dice Carmen Soto.

Ella no cambia su pedanía por ninguna, a pesar de que no existe ningún servicio. «Los sábados viene una furgoneta que vende comida. Los martes viene otra que trae ropa y cada 15 días, otra que trae productos de limpieza. Si se necesita algo más pues vamos a Los Ramos o a Torreagüera».

Frutales y almendros

Francisco Alcázar nos recibe en la oficina de la Comunidad de Regantes. Tiene 78 años, pero sigue al pie del cañón. Se lamenta de que se han perdido muchos cultivos porque no salen rentables. «Sólo quedan 3 ó 4 que se dedican a la agricultura ecológica», explica. Francisco nos indica que en la cantina del centro municipal encontraremos a otros cuantos vecinos.

El primero con el que topamos es Miguel Ángel Navarro, que lleva la cantina. «Vengo aquí desde que conocí a mi mujer hace 20 años. Y vivo en Cañadas desde que me casé, hace 11». Él tiene una niña de 9 años y echa en falta «más espacios para los jóvenes».

Miguel Brugarolas es un maestro de escuela jubilado dueño de muchos de los terrenos de Cañadas de San Pedro. «Las fincas eran de mi abuelo y después pasaron a mi tío y después las compré yo. Yo traje el agua y la luz a Cañadas, una pedanía en la que da gusto vivir y de la que presumimos de iglesia».

Vertedero sin licencia

El vertedero que hay en Cañadas de San Pedro preocupa mucho a los vecinos. «Pasan camiones de gran tonelaje y destrozan caminos. Además, también es muy perjudicial para los animales y el entorno», dicen. El pedáneo, José Galián, que ha luchado contra el vertedero asegura que «tiene un procedimiento de cierre porque ya ha terminado el periodo para alegar. Tiraban residuos de la construcción, neumáticos y hasta pescado».

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