Al menos 281 kilómetros de las carreteras aragonesas acumulan un riesgo elevado de siniestralidad, especialmente en la N-230, N-240 y la N-330, por las que circulan cada día entre 2.000 y 10.000 vehículos. Los kilómetros más peligrosos se concentran en 17 tramos, entre los que se incluyen cuatro puntos negros sobre los que no se ha actuado en los últimos tres años, según un informe de Real Automóvil Club de España, RACE.

El mismo estudio señala, además, que el cruce de la N-232 con la N-211, a la altura de Calanda (Teruel), es el segundo tramo más peligroso de todo el país. De los cuatro puntos negros que persisten, tres pertenecen a la N-230, a la altura de María de Huerva, en Zaragoza, en la variante de Sabiñánigo y en Sopeira, en Huesca. El otro punto negro corresponde al cruce de la N-240 en Bailo, también en la provincia de Huesca.

Los accidentes más habituales en los tramos peligrosos son las salidas de la vía, seguidas de las colisiones frontales.

Además, uno de los tramos de toda España que sufre más accidentes de camiones es la N-2 entre Bujaraloz y Candasnos. En estos 49,7 kilómetros cada año doce vehículos pesados están implicados en accidentes mortales y graves, según el estudio del RACE.

En lo que va de año, más de cien personas han muerto en las carreteras aragonesas. Dentro de las escasas mejoras que se han llevado a cabo para bajar la siniestralidad, las que más resultado han dado están en la circunvalación de Teruel.

La Dirección General de Tráfico (DGT) tiene situados 35 radares fijos en Aragón actualmente, 14 en Zaragoza, 14 en Huesca y 7 en Teruel. El año pasado eran 36, aunque la DGT no supo explicar a 20 minutos por qué se había eliminado uno este año. De los 36 radares ubicados en 2007, sólo tres radares coincidían con otros tantos puntos negros, todos en la provincia de Huesca, según un estudio de Automovilistas Europeos Asociados.

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