Málaga mira otra vez a Marbella con la boca sedienta. A consecuencia de las lluvias del pasado fin de semana, el embalse de la Concepción, que da de beber fundamentalmente a los municipios de la Costa del Sol, abrió sus compuertas de nuevo para que parte de su caudal acabara en el mar sin que pudiera aprovecharse para el consumo humano.

Por motivos de seguridad, para evitar roturas o un desbordamiento, la Concepción desembalsó más de un hectómetro cúbico (un millón de litros de agua) en dos tandas: en la noche del viernes se deshizo de 0,70 hm3 y el mismo sábado tuvo que desaguar más. Mucha agua si se tiene en cuenta que Málaga capital y el Valle del Guadalhorce consumen 0,16 hm3 al día.

Esta situación de emergencia no es nueva, ya que este mismo año, a principios del mes de abril, se tiraron unos dos hectómetros, es decir, el equivalente a lo necesario para llenar 800 piscinas olímpicas. Aun así, el último desembalse cobra más relevancia si se tiene en cuenta que el decreto de sequía (vigente desde noviembre de 2005 en Málaga y el citado valle) se amplió oficialmente la semana pasada a la zona de la Axarquía (18 municipios más).

La solución definitiva para que ese caudal sobrante acabe en la capital y no en el mar depende de que se terminen las obras para construir dos estaciones de bombeo (Santa Tecla y El Viso) y la conexión con la desalobradora del Atabal. Estos trabajos se contrataron por vía de “imperiosa urgencia” y estarán acabados para la próxima primavera, aseguran en la Cuenca Mediterránea Andaluza.