El Papa vuelve a Roma feliz de haber mostrado al mundo una Alemania distinta a la de los nazis

El Papa Benedicto XVI se despidió hoy de su patria alemana feliz de que la Jornada Mundial de la Juventud, a la que ha asistido en Colonia, haya permitido mostrar al mundo una Alemania distinta a la de los nazis, aunque recalcando que sus compatriotas recuerdan ese pasado "con vergüenza y dolor".

"Todos somos conscientes del mal causado por nuestra patria en el siglo XX y lo reconocemos con vergüenza y dolor", dijo el pontífice en el discurso de despedida a autoridades civiles y religiosas de Alemania, pronunciado antes de tomar el avión que le llevó de regreso al Vaticano.

Pero en estos días "se ha puesto de manifiesto otra Alemania, un país de valiosos recursos humanos, culturales y espirituales", añadió el Papa, quien se congratuló de que los jóvenes llegados a Colonia hayan podido conocer esa realidad y expresó el deseo de que las virtudes germanas vuelvan "a irradiar en el mundo".

En un discurso pronunciando previamente ante los obispos alemanes, el Papa abundó en sus elogios a la Alemania de hoy y en particular a su generosidad con las regiones menos favorecidas.

Al despedirse, retomó la idea -expresada ya por él nada más pisar suelo germano el pasado jueves- de que la casualidad que le ha llevado a su patria en su primer viaje al extranjero (la visita a Colonia estaba prevista que la hiciera Juan Pablo II) es un regalo de la "Divina Providencia".

Con "el corazón henchido por las emociones y recuerdos de estos días" el Papa subió después en un avión que antes de llevarlo a Roma dará un rodeo para hacerle sobrevolar su lugar de nacimiento, Marktl am Inn, donde los bomberos iluminarán su casa natal y los vecinos se reunirán en la plaza con velas para que pueda verlos desde las alturas.

El papa ha multiplicado durante su visita a su patria las declaraciones de apego al país del que lleva 24 años alejado y en el que se ha escrito que es un extraño, en gran parte porque sus severas doctrinas chocan con la abierta sociedad germana. Los alemanes, por su parte, recibieron a "su" Papa con bastante efusividad, aunque no faltaron las polémicas y las bromas irreverentes, como el establecimiento de una zona libre de religión en Colonia o la colocación de forma estratégica por las calles de esta ciudad de anuncios de promoción de condones.

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