Una de las primeras consignas que enseñan en las autoescuelas es la de dejar paso a las emergencias, ya que de ellos depende la vida de muchas personas. Sin embargo, esta prioridad apenas está presente en la rutina de la ciudad, que aguarda una veintena de zonas-trampa.

Ambulancias y bomberos sortean a diario decenas de obstáculos que, en algunas ocasiones, pueden llegar a retrasar hasta en 15 minutos su llegada al punto de aviso, demasiado tiempo teniendo en cuenta que son urgencias. No es como llegar tarde al cine.

Los conductores de los servicios de emergencias de la ciudad denuncian que ni el tráfico «ni el diseño de las calles están pensados para estas situaciones», asegura Gustavo Molino, del Sindicato Independiente de Bomberos.

Por su parte, Emilio Pulpillo, conductor de ambulancia, afirma que el barrio de la Magdalena, el Albaicín o Constitución-Doctor Olóriz son algunas de las ratoneras en los que se quedan atrapados los vehículos pese a llevar puestas las alarmas.

En Gran Vía, por ejemplo, «la circulación mejoró con la reforma, pero el diseño de las aceras nos impide aparcar en ellas, con lo que nos vemos obligados a cortar uno de los carriles cuando tenemos que recoger a un paciente en esa zona», añade Pulpillo.

En el Realejo, los obstáculos tienen que ver, entre otras cosas, «con la doble fila que se forma al mediodía cuando los niños salen del colegio», comenta la presidenta del barrio, Carmen Nestares.

La dificultad de acceso y la estrechez de las calles son el denominador común del centro, el Albaicín y el Sacromonte «por eso insistimos en la necesidad de un parque de bombero en el centro», incide Molino. En el Barranco del Abogado los camiones han de quedarse en la entrada de algunas calles «cerradas», denuncia el vecino Eloy Barros.

Llaves para quitar los pivotes

A todos estos obstáculos se suma la proliferación de los pivotes colocados en las aceras, que les impiden aparcar «con la rapidez que requieren» sus actuaciones.

Los bomberos llegaron a proponer a Tráfico que los instalara con llaves para poder quitarlos. Ante la negativa del Ayuntamiento, han decidido cargar sus mochilas con lo imprescindible para actuar con seguridad.