Pegatinas, calabazas y proposiciones electorales en San Francisco

Un lugar de votación en San Francisco.
Un lugar de votación en San Francisco.
P.F.
Un lugar de votación en San Francisco.

En este país los votantes están marcados. Lo he visto en San Francisco, donde quienes  se han acercado a las urnas exhiben orgullosos mientras paseaban una pegatina que les daban en los colegios electorales. En ella puede leerse "Yo he votado" y dado que en EEUU la participación ronda el 50% no es fácil encontrarla.

Otro signo de que este martes aquí eligen presidente son, por supuesto, los colegios electorales. Distribuidos por toda la ciudad, no se sitúan en edificios públicos, sino en cualquier lugar donde quepan cuatro urnas y una mesa donde identificar a los votantes.

En un breve paseo por esta ciudad californiana he visto colas de votación (no muy largas), en iglesias, el garaje de una residencia privada, el portal de un edificio de apartamentos e incluso en un parque de bomberos.

Éste último resultaba especialmente incómodo cuando los camiones entraban y salían con las bocinas atronando. Pero las 20 o 30 personas que aguardaban pacientemente su turno ni se han inmutado. Votantes concienciados.

En los cruces, por otra parte, se hacen más visibles que en otros días los ciudadanos que piden que se aprueben o rechacen las múltiples propuestas electorales que se votaban junto a la elección presidencial. En esta ciudad especialmente, no es raro encontrarse con parejas de mujeres o hombres sosteniendo carteles en contra de la proposición 8, que quiere suprimir el matrimonio homosexual.

Obama en una calabazaEn las tiendas de souvenirs de San Francisco las camisetas con siluetas del Golden Gate se mezclan con las que muestran a los dos candidatos, pero entre ellos no hay igualdad en los escaparates.

El establecimiento que vende mercadotecnia local en la comercial Market Street no muestra la imagen de McCain por ninguna parte. Si lo tomásemos como referente de resultados, este mostrador arrojaría datos aplastantes. Solo se ve a Obama.

La temática electoral  se mezcla por otra parte con los restos de la fiesta de Halloween, y no es raro encontrarse el rostro del candidato demócrata tatuado en una calabaza o con su nombre escrito en una banda que rodea a un esqueleto de cartón enfrente de una casa. Desconozco si es para asustar a los votantes del otro partido, pero según la calabaza se descompone el candidato cada vez se parece menos a sí mismo.

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