Nunca llueve a gusto de todos, sentencia el refrán. Eso debieron pensar los visitantes que el pasado fin de semana pasaron por la Catedral de Málaga y se toparon con el retorno de las goteras.

Los 78,8 litros por metro cuadrado que se recogieron en el medidor del Puerto, a pocos metros del templo, del viernes al domingo provocaron que volvieran a caer abundantes chorros de agua sobre el suelo y empaparan algunas zonas: "Ha llegado agua a alguna pieza hecha en la escuela taller, a algún panel informativo de las capillas y a un atril, pero todo se secará sin mayor problema", relata el aparejador de fábrica de la Catedral, Fernando Ramos.

Aunque el agua y los posibles desprendimientos del techo podrían haber provocado algún perjuicio mayor, Ramos asegura que no se han dañado cuadros, retablos o enseres, así que no es necesario pedir responsabilidades a la empresa que ejecuta la obra para colocar una cubierta en el techo.

Lo que sí ha vuelto a provocar la lluvia es otro desafortunado espectáculo en este reclamo turístico de la capital, porque de nuevo se tuvieron colocar cubos para que el agua no terminara por inundar el suelo.

Cuenta Ramos que el escape se produjo en la esquina de la cara sur del crucero y en la situada frente a la capilla de San Sebastián. Y la razón es muy sencilla: la parte final de la obra, desde donde se recoge todo el agua para reconducirla a los bajantes, aún no se ha terminado. Los trabajos se encuentran a un 80% de ejecución, pero este contratiempo no retrasará el plazo para terminarlos, previsto para marzo o abril de 2009.

Tras la tormenta, se han vuelto a tapar los agujeros, pero nadie asegura –hasta que finalice la obra– que una nueva tormenta no dejará otra vez en evidencia a la Catedral.