A sus 85 años, Vicente Acosta, se conserva muy bien. Este médico otorrino ha estado prácticamente toda su vida pasando consulta en el ambulatorio Fleming hasta que decidió jubilarse a los 70 años. Ahora disfruta junto a su mujer de su barrio, Triana, del que es hijo predilecto. Esta noche recibirá la medalla de Honor del Colegio Oficial de Médicos de Sevilla.

¿Por qué le dan la medalla?

Pues no lo sé porque somos muchos médicos. Ellos dicen que por mi trayectoria.

¿Qué es lo más raro que le ha pasado en tantos años de consulta?

El caso del grillo. Una mujer me contó horrorizada que le había entrado un grillo en el oído mientras iba en bici, pero yo no la creía hasta que cuando eché un vistazo me encontré una alita moviéndose. El grillo se había colado en el conducto auditivo, provocándole un ruido atroz y la consecuente histeria. Al final se sacó sin problemas, pero el susto le duró bastante a la señora.

¿Maltratamos demasiado a nuestros oídos?

Si, totalmente. Vivimos en la sociedad del ruido. Estamos tan acostumbrados a los altos decibelios que no nos damos ni cuenta del daño que produce en nuestros tímpanos. Por no hablar del uso diario de auriculares…

En Sevilla tenemos altos índices de ruido, ¿cómo podemos evitarlo?

Si. El tráfico es insoportable. Quienes tienen que evitarlo no lo hacen, así que lo más aconsejable es salir al campo varias veces al año para que nuestros oídos descansen también.

El ruido que no puede soportar…

El sonido del teléfono de urgencias. Le cogí manía.

¿Y el más armónico?

El piropo de una mujer.

¿Cómo ve el barrio?

Ha cambiado mucho desde que abrieron Pagés del Corro y otras calles de la periferia, pero cuando salgo lo echo de menos. Me gusta escuchar Triana.

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