El coronavirus ha puesto en jaque a Italia desde hace semanas, y ya ha provocado el fallecimiento de más de 2.100 personas y el número de contagiados ronda los 28.000. Una de las muertes que más ha conmocionado al país ha sido la de Diego Bianco, paramédico de 46 años del Hospital Giovanni XXIII, de Bérgamo, que deja mujer y un hijo de 8 años.

Bianco trabajaba como técnico del teléfono 118, el Servicio Sanitario de Urgencias y Emergencias italiano, donde respondía las llamadas de afectados por el coronavirus. Desempeñaba esta labor en el Hospital Giovanni XXIII, en Bérgamo -una de las provincias más golpeadas por la pandemia-, hasta que el 7 de marzo comenzó a sentirse mal.

Ese sábado, Bianco se sintió enfermo y le subió la fiebre a 39. Durante esos días, otros ocho operarios, seis enfermeras y cuatro médicos mostraron síntomas, por lo que fueron todos enviados a sus casas. Mientras tanto, los técnicos del 118 fueron trasladados a la sede de Milán y se realizó la desinfección de la centralita de Bérgamo, según ha informado Il Corriere della Sera.

Optimista hasta el último momento, Bianco repetía a todos los que lo llamaban para animarlo que superaría la enfermedad. No fue así y la noche del viernes al sábado falleció, dejando mujer y un hijo de ocho años. Sus compañeros lo recuerdan como un "óptimo trabajador" y un "atento padre de familia".