Vampiros, un mito del terror que se convirtió en icono del cine

  • Una exposición en Caixa Forum Madrid nos ofrece un recorrido por esta sugerente figura.
Béla Lugosi y Helen Chandler, en Drácula (1931), de Tod Browning.
Béla Lugosi y Helen Chandler, en Drácula (1931), de Tod Browning.
UNIVERSAL PICTURES
Béla Lugosi y Helen Chandler, en Drácula (1931), de Tod Browning.

Poco tienen que ver el Nosferatu que nos presentó Murnau en su película de 1922 con el vampiro de la saga Crepúsculo que nació en 2008. El primero, el conde Orlok, es un noble de edad considerable que vive en su castillo, mientras que el segundo, Edward Cullen, es un joven aparentemente normal que hace vida de instituto. Ambos, siniestros y perturbadores, generan rechazo y deseo al mismo tiempo. ¿Qué tiene la figura del vampiro que tanto nos atrae? La inmortalidad, la fuerza sobrehumana y el arrebato sexual, son, sin duda, algunos de los ingredientes. 

En Vampiros. La evolución del mito, coorganizada por La Cinémathèque française y La Caixa, encontramos todas las claves para entender esta figura tan representada en el cine y en la cultura popular. La exposición, que puede visitarse hasta el 7 de junio, se centra en los vampiros cinematográficos, pero su enfoque multidisciplinar fija la mirada también en la literatura, la televisión, el cómic o las artes visuales. En ella encontramos prendas de vestuario -varias de Drácula, de Bram Stoker de Coppola (1992) diseñadas por la oscarizada Eiko Ishioka, así como de los Nosferatu de Murnau (1922) y de Herzog (1979)-, manuscritos, guiones, carteles, pinturas o grabados de artistas tan dispares como Goya, Andy Warhol, Cindy Sherman o Jean-Michel Basquiat.

"Cuando en una exposición de cine se complementan los fragmentos de las películas, incluso de una manera comparativa, o cuando metes atrezzo y vestuario, se genera un poder de atracción muy grande", explica a 20Minutos Isabel Fuentes, directora de CaixaForum Madrid. "Las exposiciones que hemos organizado siguiendo esta fórmula nos han funcionado muy bien, pues la mezcla hace que sean particularmente originales. Puedes ver el abrigo o la máscara que llevaba el Nosferatu de Herzog y al mismo tiempo disfrutar del fragmento de película en el que aparece. Es un compendio de efectos y de puesta en escena del recorrido de la historia del mito vampírico muy interesante", concluye.

La leyenda del vampiro se fragua en la Edad Media en la Europa Central, en las zonas de países arrasados por las guerras y las epidemias. Y en el siglo XVIII encontramos a pensadores ilustrados como Rousseau y Voltaire que teorizaban sobre su significado. Pero es a finales del siglo XIX, con la publicación de la novela Drácula (1897), de Bram Stoker, cuando se populariza la figura del vampiro moderno. Basada en dos personajes históricos - Vlad Drácula Tepes, el Empalador de Transilvania, y la húngara Erzsébet Báthory, más conocida como "la condesa sangrienta"-, en ella aparecen por primera vez elementos como las estacas o los ajos. Sin embargo, es el cine el que desarrolla el mito en todas sus facetas. Ya la película muda Nosferatu de Murnau (1922) contribuye a la propagación del mito.

En la exposición pueden disfrutarse algunas de las escenas más famosas del conde más terrorífico y expresionista de principios del siglo XX. En la misma época destacó Theda Bara (1882-1956), la famosa actriz del cine mudo. Transgresora y magnética, encarnaba el paradigma de mujer ‘vamp’, que seduce a los hombres con algún interés perverso hasta conducirlos a la ruina o incluso a la muerte. Es en 1931 cuando surge el siguiente vampiro mítico del siglo XX: el interpretado por Bela Lugosi (1882-1956). El actor, en una entrevista de la que se puede leer un fragmento en la exposición, confesó que el personaje lo "vampirizó", pues interpretarlo lo deprimió y por las noches soñaba con muertos, por lo que se despertaba exhausto.

Como es sabido, el vampiro es un animal sexual y en él, las pulsiones más ocultas florecen. Varias de las versiones cinematográficas de finales del siglo pasado así lo retrataron: como un ser sediento de poder y dominación, con una líbido devoradora. Su ansia de reproducción lo lleva a vampirizar a humanos, con el fin de reproducirse compulsivamente. Ejemplos indiscutibles de final del siglo pasado son Drácula, de Bram Stoker (1992), de Francis Ford Coppola, la versión más fiel a la novela original y Entrevista con el vampiro (1994), de Neil Jordan, basada en la serie literaria de Anne Rice. Más allá de su sexualidad, el vampiro también se ha visto politizado y a lo largo de la historia lo hemos conocido como espía comunista o capitalista corrupto a través de la obra de artistas como Mike Kelley, Marcel Dzama, Jean-Michel Basquiat y Niki de Saint Phalle. En la exposición, son ejemplos de ello los carteles de un Richard Nixon y una Margaret Thatcher vampirizados.

El universo vampírico se expande por los confines más remotos de la cultura popular. La famosa saga Crepúsculo o series como True Blood y Buffy, cazavampiros nos mostraron la cara más sociable y cotidiana de estos personajes inmortales y sedientos de sangre. Pero también en el nuevo milenio han sido recreados en cómics, juegos de rol y videojuegos. Esta exposición, que podrá verse en Barcelona a partir de julio, es una buena muestra de ello.

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