En sus calles, con los encierros, y en su plaza mayor, donde se colocan sus peculiares gradas de madera, se celebran durante estos días numerosos festejos taurinos, desde capeas o el 'toro del aguardiente' hasta festivales para jóvenes promesas de la tauromaquia o tardes de toreo con primeros espadas del escalafón nacional.

'El Carnaval del Toro', así se le conoce, ha logrado con el paso de las décadas ser cita obligada para sus vecinos pero también para turistas que llegan en abundancia incluso desde otros países. Así, la urbe se llena de gente y difícil es pasear sin toparse con peñas, charangas, personas disfrazadas o familias en busca de ocio y asueto.

En esta ocasión, el programa contempla cinco días de fiesta, del 21 al 25 de febrero, con desfiles individuales -sábado- o de carrozas -lunes-, capeas, festivales o encuentros como el 'Campanazo', que sirva cada año para dar el pistoletazo de salida a la fiesta mirobrigense.

Este 'Campanazo' ha abierto la veda y le ha seguido el pregón, a cargo del taurino Victorino Martín y con la presencia del presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, en lo que ha sido un arranque de carnavales que ya no paran hasta el miércoles de ceniza.

Incluso, los lugareños extienden la celebración hasta el 1 de marzo, con el 'Domingo de Piñata', cuando los vecinos comen en la calle patatas acompañadas con la carne de uno de los astados lidiados en el carnaval.

Así es cómo don Carnal y doña Cuaresma tienen una cita con el toro, y lo hacen en un escenario único, histórico y amurallado lugar, donde hace siglos los romanos decidieron colocar las tres columnas que lucen en su escudo y donde se libraron algunos de los episodios más importantes de la Guerra de la Independencia.