«El zueco resbala mucho por dentro, por lo que a veces te mueves y el zapato no va contigo», señala Carmen Vide, responsable de salud laboral del sindicato de enfermería SATSE. Esta ha sido, de hecho, la causa de muchos accidentes, incluso algunos «que han dejado secuelas de por vida».
Ante esta nueva situación, los sindicatos hacen una llamada de atención a Osakidetza: «Que tomen buena nota y se decidan a cambiar los zuecos que ofrecen por unos zapatos así, que para algo tienen unidades de salud laboral y sus propios ergónomos», reclama Vide. Porque claro, los crocs son muy buenos, pero cuestan unos 40 euros, que los trabajadores «pagamos de nuestro bolsillo».
No obstante, los crocs tienen un problema. No son antiestáticos, por lo que conducen la electricidad y podrían afectar a las máquinas de los hospitales. Es por esto que en alguno países, como Austria, han prohibido su uso en todos los centros sanitarios.
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