El propietario del negocio, Salam, de 55 años, de origen iraquí y de nacionalidad española, apareció muerto con signos de violencia dentro de su establecimiento, situado en la avenida Fuenlabrada, número 36, de Leganés. Después de practicarle la autopsia, fue enterrado ayer por la tarde en la más estricta intimidad familiar.
Además de las medidas de seguridad instaladas en sus negocios, un centenar de los 1.200 joyeros, plateros y relojeros de la Comunidad de Madrid dispone ya de servicio de videovigilancia en su establecimiento a través del móvil. "El sistema funciona bien de momento, salvo algún fallo técnico. De hecho, ninguna de las 100 joyerías que ya lo tienen ha sufrido atraco alguno", señaló Rodríguez.
"Administración pública, despreocupada"
Apuntó también que existe una "gran dejadez" por parte de la Administración pública, "que no muestra ninguna preocupación por la seguridad". De hecho, indicó que es muy probable que cuando se arreste a los implicados en la muerte del joyero, éstos tengan un "amplio historial delictivo". "El problema es que la Policía se deja todo para detener a los delincuentes y al día siguiente están en la calle", se quejó Rodríguez.
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