Atrás quedaron sus estéticos, más fáciles de asimilar y menos ideologizados juegos de luces. Miguel Pueyo (Pamplona, 1974) sigue instalado en la preocupación política y social, y en la exposición que exhibe en el Centro Huarte de Arte Contemporáneo lo confirma. Presenta fábulas sobre la violencia contemporánea, la compasión, el terror y la trampa, tomando como referencia el mito de Estigia: el río que fue considerado por el cristianismo como infernal y fronterizo entre el mundo de los vivos y el de los muertos. Pervierte la idea de obra acabada y muestra las bambalinas de su construcción sin gratuidad, su destape es una clara denuncia por la manipulación de la violencia. Representar mediante la instalación y la escultura alguna de las imágenes conflictivas que pueblan los telediarios le permite convertirlas en una amenaza más directa para el espectador, que, sin la pátina de lo mediático y en primera fila del acontecimiento, empatiza de forma directa con el terror.
Pueyo también estruja en la llaga de la violencia íntima, de la represión que uno se provoca a sí mismo y la imposibilidad de desarrollar las aspiraciones e ideales. Su pesimismo es transparente y comprometido con quienes arrasa la vida.
Centro de Arte Contemporáneo de Huarte (Navarra) / Hasta el 28 de septiembre / www.centrohuarte.es
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