Un estudio confirma que un cerebro grande acelera la formación de nuevas especies

  • Los investigadores utilizaron el árbol filogenético de los pájaros para estimar el ritmo en que se creaban especies.
  • Ha sido liderado por el Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF-UAB)​.
Representación de un cerebro humano.
Representación de un cerebro humano.
GTRES
Representación de un cerebro humano.

Un estudio internacional, liderado por el Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF-UAB), ha confirmado que el tamaño del cerebro es más importante que otras características para formar nuevas especies, como la de ser generalista o vivir en una isla.

El estudio, que publica la revista 'Evolution', ha tomado las aves como elemento de análisis y pone como ejemplo a los loros, que tienen cerebros grandes y un ritmo de formación de nuevas especies muy elevado, hasta el punto de que actualmente hay más de 350 especies de loros vivas en todo el mundo.

El trabajo, en el que ha colaborado la Universidad de Gotemburgo (Suecia), ha averiguado el mecanismo que explica este fenómeno y confirma las sospechas de que cuanto mayor es el cerebro, más rápido es el ritmo de diversificación de la especie, algo que ya insinuó Charles Darwin.

Los investigadores utilizaron el árbol filogenético completo de los pájaros publicado en 2012 para estimar el ritmo en que se creaban nuevas especies de pájaros y midieron los cerebros de más de 1.900 especies.

Con esta información confirmaron que el tamaño del cerebro es muy importante a la hora de que se creen nuevas especies y que esta característica es independiente de otros factores también importantes a la hora de que surjan nuevas especies, como ser una especie generalista (capaz de vivir en muchos ambientes) o ser una especie que ha colonizado islas.

Según el investigador principal del estudio, Ferran Sayol, "cuando el ambiente cambia o se vuelve inestable se generan retos nuevos que solo algunas especies son capaces de resolver para sobrevivir".

"Un cerebro grande -explica- ofrece mayor capacidad de modificar el comportamiento y eso les abre la posibilidad de modificar su forma de vida, por ejemplo adoptando nuevos alimentos o colonizando nuevos territorios, presiones que pueden crear aislamiento reproductor y dar lugar a nuevas especies".

Sin embargo, Sayol admite que "si las especies con cerebro más grande pueden evitar la extinción, esto también haría que se acumularan más especies con esta característica, simplemente porque no desaparecen".

Por este motivo, los investigadores también se preguntaron si el árbol evolutivo se ramificaba más porque se creaban más especies o porque se extinguían menos y para responder a esta pregunta utilizaron dos modelos matemáticos: uno donde las especies con cerebro grande se extinguían menos y otro donde éstas se dividían en más especies.

Los resultados revelaron que el segundo caso, el modelo de especiación, explicaba mejor las observaciones que uno de extinción.

"Estos resultados representan la primera evidencia de que el tamaño del cerebro puede afectar el ritmo de formación de especies", ha concluido Daniel Sol, investigador del CSIC en el CREAF y coautor del estudio.

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