Dan Glass, activista de la ONG Plane Stupid (que lucha contra el impacto de la aviación en el medio ambiente), pensó ayer que pegándose con 'superglue' al brazo de Gordon Brown sería imposible que el primer ministro británico no le hicera caso. Así que no lo dudó.
El objetivo de Glass, un estudiante de 24 años, era que Brown escuchase sus protestas por la ampliación del aeropuerto de Heathrow por su carácter nocivo para el medio ambiente, pero lo consiguió a sólo medias.
Brown logró zafarse en 30 embarazosos segundos y se lo tomó con humor, algo que, paradójicamente, no hizo demasiada gracia al activista. "Puede soltarse de mi brazo, pero no puede soltarse del cambio climático", concluyó Glass.
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