El servicio del transporte urbano de la capital vuelve a estar en entredicho. En esta ocasión, han sido los inspectores municipales los primeros en poner el dedo en la llaga al desvelar las deficiencias que presenta la prestación encargada a la concesionaria, la empresa Rober.

Según los controles, efectuados entre octubre de 2007 y finales de abril-principios de mayo de 2008, los autobuses urbanos presentan una serie de carencias.

Entre ellas, destacan la reducción de la velocidad comercial de los vehículos (han pasado de 11,8 km/h a 11,5 km/h, cuando lo recomendado es ir a 13 km/h), un cambio que redunda irremediablemente en la frecuencia de las líneas.

Los inspectores lo achacan a los badenes instalados en la capital y a la «mala gestión de los tiempos por parte de los conductores», según el grupo municipal del PSOE, que ha tenido acceso al informe «ocultado» por el equipo de Gobierno local (PP).

Para el edil socialista, José María Rueda, este matiz «se debe, principalmente, a la supresión de vehículos en algunas líneas, lo que obliga a muchos a esperar más de la cuenta en las paradas».

Los inspectores llaman la atención sobre la frecuencia con la que se averían los autobuses, en los fallos de la climatización y de las rampas adaptadas a discapacitados.

En este sentido, Rueda sospecha que los últimos 18 vehículos incorporados a la flota «no han sustituido a todos los viejos, ya que no tiene sentido que se estropeen tan pronto». Por último, los inspectores proponen la necesidad de estudiar la demanda real de las cabeceras 24 y 25, puestas en marcha hace pocos meses.

Conexión con los metropolitanos

El PSOE pide al PP que haga público los resultados del informe «porque los ciudadanos tienen derecho a saber la verdad».

Por otra parte, abogan por conectar las líneas urbanas con las metropolitanas para aprovechar los trayectos y mejorar la movilidad, cuya planificación actual se verá afectada por el futuro metro, al igual que la demanda de los autobuses del cinturón.