Desde enero los empeños de joyas crecieron un 20%

  • De media se obtienen 400 euros y la mayoría recupera lo endeudado
  • Los que recurren a este sistema son, sobre todo, mujeres de entre 40 y 50 años
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En tiempo de vacas flacas, las familias están dispuestas a recurrir a cualquier táctica para obtener liquidez. La crisis ha provocado que cada vez sean más los que optan por empeñar joyas: desde enero, los beneficios de este negocio han crecido un 20%.

Más del 60% de los que recurren a esta técnica son mujeres de entre 40 y 50 años. En países sudamericanos este tipo de prácticas son más habituales, por lo que el número de inmigrantes que optan por esta opción está aumentando. Aun así, el porcentaje de extranjeros que empeñan sus pertenencias no alcanza al de otras comunidades con mayor presencia de gente de otros países.

Por lo general, se busca liquidez para gastos imprevistos o agobios puntuales con la hipoteca. Aunque también los hay que buscan dinero para irse de vacaciones.

En Vigo, el único Monte de Piedad que persiste está gestionado por Caixanova. Esta entidad bancaria dispone de un grupo de tasadores que fijan el valor de la joya a empeñar, como máximo el 80% de su valor para que pueda volver con su propietario. En la mayoría de los casos, la pieza no llega a la subasta porque se recupera.

Aunque el banco ofrece más garantías, hay quien prefiere las casas de empeño particulares. Aquí, el negocio también ha subido, incluso por encima del 20%. Muestra de ello son los numerosos anuncios de este tipo de empresas, de los que la Asociación de Usuarios de Servicios Bancarios (Ausbanc) recomienda desconfiar. Jesús Garrida, delegado en Galicia de Ausbanc, señala que «hay que leer muy bien las condiciones para evitar sorpresas posteriores».

Un negocio del siglo XIV

Los Montes de Piedad se remontan al siglo XIV, cuando los franciscanos de Perusa (Italia) los crearon para conceder préstamos a personas sin recursos. A España llegaron en 1702 y cumplieron una importante función social en la posguerra, cuando no eran pocos los que recurrían a este tipo de préstamos. Los objetos que se empeñan suelen ser joyas y piedras preciosas. Por lo general, la pieza se guarda un año; si el cliente no devuelve el préstamo, se subasta.

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