Visto desde fuera, el Hogar Escuela Sagrada Familia de Salamanca no parece el típico lugar donde vive un grupo de religiosas, las Hermanas del Amor de Dios, que dedican su vida a la enseñanza en el barrio de Pizarrales. Acostumbradas al graffiti no consentido y hecho a hurtadillas en sus paredes, lo que ahora luce en sus fachadas es "bonito, bonito" a juicio de sor Antonia Benito, una de las responsables de este centro.

La Obra Social de Caja Duero, de quien depende el centro, decidió llevar a cabo una iniciativa para restaurar los muros "a golpe de spray, con graffitis" y el proyecto no ha podido ser mejor recibido por parte de las hermanas que viven en él.

Aseguran que la gente del barrio ya les ha dicho que "ha quedado todo muy chulo", aunque sor Antonia confiesa que cuando comenzaron a pintar los muros una vecina fue alarmada a avisarles, al grito de "hermanas salir, que mira lo que están haciendo unos chicos en sus paredes" y fueron ellas quienes tuvieron que tranquilizar a la mujer y contarles que "solo están arreglando el muro".

Una veintena de grafiteros participaron en el proyecto

La asociación Remolino de Arte fue quien inició el proyecto, con la colaboración de una veintena de grafiteros de la ciudad, para realizar un trabajo en el que se centraron en motivos infantiles mezclados con dibujos abstractos.

Remo asegura que cuando bajaban las hermanas a verles pintar les felicitaban por el trabajo y les decían que era "llamativo e impactante" y esto muestra en su opinión que "con el graffiti se pueden crear buenas obras", además de que se hace un trabajo de recuperación y arreglo de todo el muro, no solo donde va el dibujo.

De hecho, iniciativas como éstas consiguen en su opinión "dignificar el graffiti" porque recuperan espacios deteriorados y que ofrecen una mala imagen, para convertirlos en lugares donde ver un nuevo concepto de arte al aire libre.