El mal momento por el que atraviesa la economía obliga a las familias a recurrir a todo tipo de tácticas para obtener liquidez.
Una de ellas es el empeño de joyas y piedras preciosas para lograr un préstamo inmediato, una actividad que ha experimentado un incremento del 6,4% en el primer trimestre del año, según la Confederación de Cajas de Ahorro (CECA).
Los dos montes de piedad que operan en Valladolid son los de Caja Duero y Caja España. La primera entidad concedió el pasado año 8.762 préstamos en Castilla y León con un importe medio de 403 euros.
Por su parte, Caja España dio 7.499 créditos, un 40% más que en 2003.
De hecho, el empeño está cada vez más ligado a los apuros económicos coyunturales, según explican desde la CECA.
Los clientes son mayoritariamente mujeres (66%) de entre 35 y 50 años y, en los últimos cinco años, se han sumado de forma relevante los extranjeros, que ya son el 20% del total.
Destacan los latinoamericanos, por la tradición española, y los del norte de África puesto que fue un recurso que se extendió con la colonización francesa.
«Lo utilizan bastante, vienen con lo puesto pero también se traen cosas de valor. El préstamo medio es de 500 euros, pero al menos les sirve para instalarse», indica un portavoz de la CECA.
Todo por escrito
Desde la Federación de Consumidores en Acción (Facua) se aconseja que todos los términos del acuerdo, como el valor de la joya o los plazos, queden por escrito «para evitar sorpresas negativas».
Firmado el documento, hay un año para devolver el dinero y lograr de nuevo el objeto. Si transcurre el plazo sin entregar el dinero, el monte de piedad puede subastar la joya.
También para las vacaciones
La principal función de los montes de piedad es social: concesión de préstamos a quienes no tienen acceso a un crédito bancario.
Sin embargo, también hay clientes que empeñan sus joyas para irse de vacaciones, para las rebajas, feriantes que necesitan dinero anticipado... Todos estos clientes suelen recuperar sus objetos de valor en un plazo corto de tiempo.
Sólo pagan el 80% de su valor, como mucho
Los montes de piedad se remontan al s. XIV cuando los franciscanos de Perusa (Italia) los crearon para conceder préstamos a personas sin recursos. A España llegaron en 1702.
Cumplieron una importante función social habitual en épocas como la posguerra, cuando muchas personas necesitadas hacían uso de estos préstamos.
Para una tasación, el cliente lleva su joya al monte de piedad.
Tras diversas pruebas, se ofrece una cantidad de dinero al cliente, como máximo el 80% de su valor, y se firma un contrato. Se le presta menos de lo que vale para que los objetos empeñados sean recuperados. De hecho, sólo el 5% acaban subastándose. En los montes destacan las medidas de seguridad. Por eso, algunos clientes piden
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