No es que el parque esté en peligro de extinción, como le sucede a la especie a la que rinde homenaje; los vecinos del barrio, unas 250 familias, llevan protestando desde abril contra el proyecto del Ayuntamiento (PP) de construir en la zona un parking subterráneo de 1.000 plazas y un intercambiador de autobuses, así como reconvertir el estanque en una plaza mayor del pueblo en la que celebrar todo tipo de actos.
«¿Por qué quieren hacerlo precisamente aquí, en uno de los pocos parques que tenemos en el centro?», se pregunta Leonor Badorrey, una de las ciudadanas afectadas, en una carta enviada a 20 minutos.
Ella, al igual que sus vecinos, lleva ya dos manifestaciones a sus espaldas (la última se convocó el pasado 21 de junio) que se seguirán sucediendo en los próximos meses: «Nos quieren cambiar un parque en el que juegan los niños por un barrio lleno de tráfico, ruido y contaminación. No se lo vamos a permitir», apostilla Elena Valderrama, otra residente.
Desde el Ayuntamiento se asegura que sólo se trata de un proyecto «provisional» y que será consensuado con los vecinos. Sin embargo, ya tienen hasta un presupuesto, y el pasado abril dejaron la zona sin riego y arrancaron más de 20 magnolios que rodeaban el estanque del parque.
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