Operación antiterrorista en la cola del pan

  • Los vecinos miraraban alrededor del 117 de la Avenida Cristóbal Colón.
  • Otros estaban molestos porque no podían pasar para hacer sus recados.
  • Al final todos abuchearon al argelino cuando salía esposado.
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Eran casi las 10.00 horas en la barriada de Las Colonias de Huelva y nada hacía presagiar que su matutino ambiente de barrio iba a ser interrumpido por la rápida acción de la Guardia Civil, que estaba allí como parte de una gran operación contra el terrorismo islámico.

Pero ese dato fundamental era ajeno a los espectadores del despliegue inmediato que se produjo a toda velocidad en torno al número 117 de la avenida Cristóbal Colón, la arteria principal de la barriada, donde se detuvieron unos seis coches de los que se bajaron una veintena de agentes. Éstos acordonaron la zona circundante al portal de un domicilio al que accedieron para acometer un dispositivo que despertó la curiosidad de todos los vecinos.

A esa hora comenzaban a abrir los comercios, los bares servían los primeros desayunos y

muchas señoras estaban en la calle para hacer la compra. Éstas se iban quedando detenidas en las inmediaciones del cinturón de agentes que acordonaban el lugar, con el carrito y el monedero en la mano, preguntándose qué es lo que estaba pasando en un barrio para nada acostumbrado a acciones policiales que sólo habían visto en las películas.

Sin embargo, la sorpresa del revuelo causado no estuvo acompañado por sentimiento alguno de preocupación, más allá del producido por la necesidad de tener que pasar precisamente por ahí para ir a otro sitio y de paso echar un vistazo. A escasos cinco metros de dónde todo estaba ocurriendo, tenía abierta su puerta 'Alimentación Delgado', donde se esperaba el pan recién hecho. Pasados unos minutos llegó un joven con una canasta enorme con un gran surtido de pan, que sudoroso y extrañado tuvo que pararse sin saber si podría pasar o no a repartir, hasta que un Guardia Civil se lo permitió.

Tras él tuvieron que ir pidiendo permiso uno tras otro los clientes que no querían quedarse sin su pan del día, a pesar de todo lo que estaba pasando. Aunque poco se sabía, los menos atareados pudieron ver como la mayoría de los agentes estaban de pie alrededor, mientras otros encapuchados entraban en el portal y después cómo otro agente también conducía a un pastor alemán hacia el interior de la vivienda investigada.

Esos acontecimientos hicieron asaltar las primeras teorías a la puerta de una joyería, algo más alejada que la tienda de alimentación, pero en la misma acera, cuyo dueño daba por seguro que se trataba de una operación de estupefacientes. "Es algo de droga, seguro, porque han metido a los perros y han vuelto con una bolsa". Otro vecino que venía de más atrás traía otro tipo de noticias y le contradecía señalando que "me han dicho que estaban persiguiendo a un terrorista de la ETA y que lo han seguido hasta aquí".

Teorías y deducciones

Pero el joyero le replicaba y otra señora le daba la razón. "Si fuera un etarra habría más Guardia Civil todavía y estaría acordonado el barrio entero", decía, y "habría un helicóptero", añadía otro tertuliano más. A los comentarios de los que llevaban un rato se sumaban los recién enterados, que recibían bromas de los espectadores más prolongados. "¿No te estarán buscando a ti, no?", le soltaron a más de uno.

Pero además de a los viandantes, la operación afectaba a los conductores, que se vieron enfrascados sin poder avanzar ni retroceder durante varios minutos. Al final se supo que todo era por el terrorismo islamista y la presión ambiental en torno al portal fue creciendo. La muchedumbre congregada acabó abucheando al ciudadano argelino que salía esposado y era introducido en un coche de la Guardia Civil.

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