Ornitólogos de distintas partes de Europa persiguen en vano resolver el misterio de la graja, un ave norteña que en la Península Ibérica únicamente anida en el sureste de la provincia leonesa, incluida su propia capital, sin que a día de hoy se haya encontrado una razón fehaciente.
Dos de los biólogos que se han interesado por el fenómeno son Ignacio Rodríguez y Javier García Fernández, miembros del Grupo Ibérico de Anillamiento (GIA) de León, quienes tras años de investigaciones siguen sin resolver el misterio.
La conocida coloquialmente como graja (corvus frugilegus), de color negro, anida en países fríos, en ningún caso del Mediterráneo, y en lugares cercanos a las riberas fluviales. Se puede justificar su presencia en la capital leonesa en que "hace frío y hay ríos, pero ¿porqué en León y, por ejemplo, en Zaragoza no cría, ni tampoco en Burgos?. No se sabe", apunta Ignacio Rodríguez. Para intentar despejar la incógnita, se mantienen diversas hipótesis, entre ellas, que "alguna colonia de grajas, procedente de Europa invernara en León y decidiera instalarse en la provincia", una justificación "bastante improbable", dice este investigador.
Otra de las teorías que se mantienen, también sin mucha certeza, es que este ave en su día "tuviera una distribución mayor en la Península Ibérica y que por una serie de cambios que se produjeran en el territorio fuera limitando su presencia hasta quedar reducida a una parte de la provincia".
Sin embargo, no se tiene la seguridad de que esta especie exista en León al menos hasta mediados de la década de 1950, según explica por su parte Javier García Fernández.
Curiosidad de los ornitólogos europeos
Lo que sí es cierto es que la singularidad de este fenómeno ha despertado gran interés entre los ornitólogos, que acuden a la provincia a estudiar el asunto. "Nos llaman para preguntarnos y también porque piensan que es un ave difícil de ver; la gente de León no le da importancia, porque está acostumbrada, pero si nos diéramos un paseo por los parques de la ciudad veríamos cuarenta o cincuenta con toda seguridad", afirma de nuevo Ignacio Rodríguez. Y es que si el fenómeno pasa desapercibido es porque se trata de un ave que "despierta pocas simpatías", su canto no es nada agradable y "encima tiene la desgracia de ser negra; si fuera de colores otro gallo cantaría", defiende. Según el último censo de grajas realizado esta primavera,
En la capital, estos pájaros anidan en los árboles del Parque de Quevedo, el Parque San Francisco -en pleno centro de la capital- y en el Paseo del Parque -más hacia las afueras-.
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