«Me han robado peces y me han destrozado redes»

Felicidad es una de las cinco mujeres que llevan más de una década pleiteando para poder formar parte de la Comunidad de Pescadores del Palmar, una asociación tradicionalmente masculina.
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Emma Ferrer
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Ha entrado tras ganar la batalla legal, pero le queda la social.

El sorteo de redolins (puestos de pesca) le sonrió el año pasado. En cambio, el punto que le ha tocado éste dicen que flaquea en capturas e incluye encargarse de la lonja, ¿mala suerte?

Ha habido más suspicacias por parte de los medios de información y de quienes asistieron al sorteo que por la mía. Me quedo más tranquila si pienso que ha sido la suerte.

Y qué va a hacer, ¿renunciar?

Trataré de compaginar la pesca con mi trabajo de profesora. Las horas de clase no las puedo cambiar y los 12 hombres con los que me ha tocado compartir el redolí no me van a hacer favores porque tienen una actitud hostil. La temporada empieza en octubre y tengo tiempo para replantearme si quiero estar con ellos o si renuncio.

¿No puede delegar?

Yo calculo que de los 500 pescadores que hay en la Comunidad, sólo 70 hacen uso de su derecho de pesca, pero a mí no me van a hacer esa concesión. En realidad, el objetivo no es tanto pescar como democratizar la institución. Mi padre era patrón y tienen que reconocerme que eso me abre las puertas de la Comunidad.

¿Vale la pena luchar tanto?

Volvería a hacerlo. No puedo quedarme cruzada de brazos ante semejante barbarie, es mi carácter.

¿Qué ha sido lo peor?

Perder el aprecio de algunos familiares, los insultos en la calle, los saludos que me han retirado... me han robado peces y redes, me las han roto... pero lo más doloroso es que algunas madres han vetado a mis hijas en reuniones de niños con la excusa de que no cabían en la casa.

BIO

Nació hace 39 años en la pedanía valenciana del Palmar. Es hija de pescador y madre de tres niñas. Da clases de hostelería y turismo.

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