La idea se ensayó en marzo con 40 bebés prematuros de entre 28 y 30 semanas y con cuatro que sufrían el síndrome de abstinencia porque sus madres habían consumido drogas durante el embarazo.
«Les poníamos a Mozart, Vivaldi o Brahms tres veces al día durante una hora y comprobamos que se relajaban, mejoraban su frecuencia cardiaca, su oxigenación y dormían mejor», dice Lola Bernabéu, supervisora de la unidad.
Al ver que los resultados eran buenos, la musicoterapia se ha ido extendiendo poco a poco a todos los neonatos (si los padres están de acuerdo, claro).
Pequeñajos con marcha
Algunas familias no se conforman con los clásicos que se emiten una vez al día por la megafonía general y llevan sus propios equipos de música y sus CD para que las enfermeras puedan colocar los altavoces en las cunitas.
Aunque tampoco hay que abusar, los críos no pueden pasarse el día con los cascos puestos, advierten en La Fe. Como máximo, tienen tres pases diarios y, por supuesto, el bakalao y el rock están absolutamente vetados.
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