Emanciparse: una misión... ¿imposible?

  • El 60% de los jóvenes viven con sus padres.
  • Los altos precios influyen en esta tendencia.
  • La comodidad y el ahorro son otras causas.
Cada vez la emancipación es más tardía.
Cada vez la emancipación es más tardía.
20MINUTOS.ES
Cada vez la emancipación es más tardía.

La graduación, la vida en pareja, el primer empleo... hace treinta años solían ser sinónimo de emancipación. Ahora, aunque siguen siendo un hito importante en la vida de cualquier persona, no implican necesariamente un cambio de residencia. Y es que en este tiempo, la edad de emancipación se ha ido retrasando cada vez más entre los jóvenes españoles. Hasta tal punto que un 60% de las personas entre 25 y 30 años con empleo permanecen en casa de sus padres.

Si se comparan con Francia, Reino Unido o Alemania, se triplica el número. Tan sólo griegos e italianos comparten en Europa una parecida actitud a la de los españoles. Los hechos son claros, pero los sociólogos no se ponen de acuerdo con respecto a sus causas. Algunos apuntan a la subida de los precios de la vivienda, a la precariedad salarial y a la inestabilidad laborar como los motivos que les llevan a refugiarse en el nido paterno.

La comodidad del hogar

Otros expertos, sin embargo, señalan otros factores, como el papel social que desempeña la familia española o la comodidad que supone vivir en una casa con los gastos pagados y cada vez con menores exigencias por parte de los padres. Lo cierto es que la mayoría de los jóvenes prefiere conservar su habitación unos años más mientras ahorran para comprar una vivienda en propiedad, tarea que se puede lograr prácticamente sólo si se convive con los padres, que en la mayoría de los casos nuna le pedirán dinero a cambio.

Una isla en casa de los padres

La relajación de las relaciones padres-hijos a partir de una cierta edad permiten una convivencia más liviana para ambas partes. Además, el hijo puede contar con una independencia física alta: habitación propia, con un completo equipamiento de ocio, sin horarios... Como vivir con compañeros de piso; eso sí, que siempre pagan la compra y planchan las camisas.

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