La Audiencia de Sevilla ha condenado a un año y nueve meses de cárcel por violencia doméstica a un hombre cuya "actitud dominante y celosa" obligó a su esposa a dejar de relacionarse con sus compañeros de trabajo y a cambiar de modo de vestir.
La Sección Cuarta, en una sentencia considera demostrado además que la mujer M.S.P. mantuvo relaciones sexuales con él varias veces en el año 2000 pese a que los médicos le habían aconsejado reposo absoluto por una amenaza de parto prematuro, lo que hizo "de mal grado, ante la insistencia del procesado y porque entendía que tenía que cumplir".
En el mismo sentido, la sentencia considera demostrado que la mujer, tras sufrir un legrado uterino, hacía felaciones a su marido "sin apetecerle, para evitar problemas".
La condena impuesta es muy inferior a los 12 años de cárcel que pidió el fiscal por violación continuada porque los jueces dicen que "es probable que la denunciante no quisiera realizar estos actos y que cediera ante la insistencia del acusado, para evitar problemas, pero esto no puede equipararse a la falta de consentimiento" que exige el delito de agresión sexual.
Consideran los jueces que la denunciante reúne "el retrato perfecto de las características, comportamiento y reacciones de la mujer maltratada", con una situación de "sometimiento y temor ante una actitud despótica y humillante que ejercía el acusado de forma habitual y constante".
La pareja se casó en abril de 1999 y desde entonces se acrecentaron los reproches del acusado hacia su mujer "con expresiones humillantes sobre su forma de vestir y sus anteriores vivencias personales".
"Puta, guarra, putón"
Entre otros actos de violencia, el acusado, de 49 años, insultaba a su mujer con expresiones como "puta, guarra, putón" incluso delante de terceras personas y en la noche del 19 de junio de 1999 detuvo bruscamente el vehículo en el que viajaban y la dejó abandonada, lo que obligó a que la recogieran unos amigos que circulaban detrás.
El 10 de julio de 1999 comenzó a golpearla y, cogiéndola por el pelo, la arrastró por toda la casa, según denuncia cursada ese mismo día. La sentencia "considera suficientemente acreditado que el procesado sometía a su esposa a un continuo y permanente trato violento", que la mujer "sufría con abnegación, para salvar su matrimonio"
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