La existencia de este colectivo de trabajadores dispuestos a asumir empleos precarios propicia el deterioro de las condiciones laborales en algunos sectores, así como la persistencia de empleo subterráneo.
El acceso al primer empleo varía, sin embargo, en función de la zona de procedencia. Los latinoamericanos suelen afincarse en la construcción o en servicios de atención a ancianos, se integran como limpiadores o en el servicio doméstico.
Por su parte, los inmigrantes de Europa del Este suelen moverse entre las tareas agrícolas y ganaderas, aunque también encuentran empleo en la construcción y en la hostelería; las mujeres suelen trabajar como empleadas del hogar. Este colectivo es el que mejor valora su nivel de integración en la sociedad aragonesa.
Los que peor inicio tienen son los marroquíes, que soportan un alto grado de inestabilidad en el empleo y se ven obligados a subsistir de la venta ambulante o ilegal.
El perfil tipo del latinoamericano que llega a Aragón ronda los 40 años, está casado y tiene hijos. Los varones llegan con estudios primarios y las mujeres tienen formación profesional.
Desde Europa del Este viene un inmigrante tipo con 25 años, casado y con estudios universitarios o de formación profesional. Los africanos cuando llegan a España tienen de 20 a 27 años, están solteros y carecen de estudios o sólo tienen educación primaria.
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